The Promise, preview of chapter 667: Leocadia vs. Lorenzo: the price for Angela
⚔️ Leocadia contra Lorenzo: el precio por Ángela
La desaparición de Ángela ha teñido los pasillos de La Promesa de un aire insoportable. El silencio se volvió un enemigo, el tiempo un verdugo, y cada rincón del palacio parecía impregnado de angustia. Leocadia, desgarrada por la incertidumbre, había dejado de comer y dormir. Su cuerpo era un cascarón movido solo por la desesperación de encontrar a su hija. Había caminado hasta sangrar, había preguntado a todos sin descanso, y aún así la respuesta era siempre la misma: nadie sabía nada. Ni siquiera la exhaustiva búsqueda de la Guardia Civil ofrecía consuelo; Ángela se había evaporado del mundo.
Cuando la esperanza estaba a punto de quebrarse, Leocadia recibió una inesperada citación: Lorenzo deseaba verla en su despacho. El simple mensaje le heló la sangre. El capitán siempre había ejercido sobre ella una inquietud difícil de explicar, y ahora, con su hija desaparecida, la intuición maternal le gritaba que aquel hombre tenía todas las respuestas. Subió las escaleras con pasos temblorosos, como si ascendiera hacia un cadalso invisible.
Al entrar, se encontró con un Lorenzo sereno, disfrutando de una copa, su voz impregnada de falsa compasión. Sin embargo, la máscara pronto cayó. Con una sonrisa cruel confesó, sin decirlo del todo, que tenía influencia sobre el paradero de Ángela. Y entonces llegó la puñalada: la vida de su hija dependía de un precio, un pacto. No quería dinero, sino algo mucho más devastador: su lealtad incondicional. Lorenzo le exigió convertirse en su espía dentro del palacio, especialmente cerca de Curro, a quien consideraba un estorbo.

Leocadia quedó paralizada entre el horror y la impotencia. La elección era monstruosa: traicionar a un joven inocente al que respetaba o condenar a su hija al sufrimiento y quizá a la muerte. El capitán, implacable, la presionó recordándole que cada segundo de duda era un tormento añadido para Ángela. Con esas palabras, la dejó despedida, rota, encadenada a una decisión que desgarraba su conciencia. Lorenzo no solo tenía a Ángela; ahora también la tenía a ella bajo su control.
Mientras Leocadia se enfrentaba a su pesadilla, Alonso luchaba en otro frente: la ruina económica. Viajó hasta el palacio del barón de Valladares con la esperanza de forjar un acuerdo que rescatara a los Luján de la quiebra. Pero la misión se tornó en humillación. El barón, un hombre corroído por rencores antiguos, se burló de su petición, y finalmente le exigió arrodillarse y pedir perdón por los errores de su linaje. Alonso, dividido entre el orgullo y la necesidad, rechazó tal vejación. Se marchó con la dignidad intacta, pero con la certeza amarga de que había fracasado de nuevo en salvar a su familia.
En la cocina, otro conflicto crecía en silencio. Enora, incapaz de soportar la falta de autenticidad de Toño, lo enfrentó directamente. Lo acusó de haber fingido reconciliarse con Simona solo para complacerla. Para ella, aquel gesto era una mentira disfrazada de amor. Toño, herido, defendió que había hecho un esfuerzo por avanzar, pero sus palabras no lograron disipar el dolor de Enora. Entre ellos quedó una grieta peligrosa: la desconfianza.
Curro, en cambio, no podía pensar en otra cosa que en encontrar a Ángela. Suplicó a Cristóbal permiso para organizar una partida de búsqueda, pero el mayordomo se lo negó con frialdad, alegando que ese era trabajo de la Guardia Civil. La negativa fue un jarro de agua helada, y aunque Jana y Lope intentaron defenderlo, Cristóbal fue tajante: le prohibió salir del palacio. La humillación encendió en Curro una furia silenciosa. Decidió entonces actuar por su cuenta. Esperaría la noche, se llevaría un caballo y una lámpara, y saldría a los bosques aunque lo consideraran una insubordinación. No podía quedarse quieto mientras Ángela sufría.

Y cuando parecía que la oscuridad era absoluta, María Fernández recuperó un recuerdo perturbador que se transformó en esperanza. La humedad de la galería le trajo a la memoria el lugar donde ella misma había estado cautiva: una cueva oculta, perfecta para esconder a alguien lejos de miradas ajenas. Compartió su idea con Jana y Salvador, quienes, aunque temerosos, comprendieron que tenía lógica. Nadie más conocía aquel escondite, y si el secuestrador era alguien de la zona, ese podía ser el refugio ideal.
El plan se trazó en secreto: irían de noche, sin avisar a nadie, arriesgándose a enfrentar no solo a sus propios miedos, sino también a un enemigo desconocido. María, temblando por dentro pero firme en su determinación, aseguró que no podía quedarse de brazos cruzados mientras Ángela vivía la misma pesadilla que ella. Jana y Salvador la apoyaron, prometiendo acompañarla.
Así, mientras Leocadia era empujada al abismo por Lorenzo y Alonso volvía derrotado del palacio de Valladares, en las sombras de La Promesa empezaba a gestarse una búsqueda clandestina que podía decidir el destino de Ángela. La noche sería testigo de alianzas, traiciones y sacrificios. Y en medio de todo, la vida de una joven pendería de un hilo cada vez más frágil.
El capítulo del miércoles 3 de septiembre no será uno más: será un enfrentamiento directo contra la mentira, la manipulación y el miedo. Porque en La Promesa, las decisiones nunca son inocentes… y cada elección puede costar sangre.