TASIO RECHAZA LA MANO DE SU PADRE Y EXPRESA SU DESPOTRIQUE MÁS PROFUNDO EN SUEÑOS DE LIBERTAD
Hola amigos, bienvenidos a un avance exclusivo de Sueños de Libertad
El nuevo episodio nos presenta una de las entregas más intensas de la serie, en la que los sentimientos más profundos salen a la luz y los personajes enfrentan dilemas desgarradores. La historia arranca con María, hundida en un mar de desesperanza, y con Andrés, que intenta en vano ofrecerle un rayo de consuelo. Desde el primer instante se percibe la tensión emocional que marcará todo el capítulo, con diálogos llenos de dolor, reproches y verdades que resultan difíciles de aceptar.
Andrés se acerca a María con la mejor de las intenciones. La observa con cariño y le pregunta suavemente cómo ha ido su día, tratando de animarla. Pero María responde con un sarcasmo que refleja su estado de ánimo: dice que su jornada es igual que todas, viendo cómo las horas pasan lentamente sin sentido. Andrés la mira con compasión y admite que siente que ella no tenga fuerzas ni ilusión. María, con tristeza, replica que en esa casa nadie las tiene; todo es silencio y melancolía. Confiesa que la ausencia de Julia, con su vitalidad y alegría, ha dejado un vacío que nada ni nadie puede llenar.
Andrés intenta razonar con ella. Le recuerda que es normal que todos estén tristes, ya que la familia aún está de luto por la muerte de la madre de Tasio. Pero María no cede: con voz firme, señala que la pérdida de una madre es uno de los dolores más grandes e irreparables de la vida. Nada puede compararse con ese vacío. La conversación toma entonces otro rumbo. Andrés, con cautela, le pregunta cómo van las cosas con Olga. María, visiblemente molesta, lo interrumpe antes de que él pueda continuar. Le reprocha que seguramente ya sabe la verdad: ella ha despedido a Olga esa misma mañana.

Andrés, sorprendido, intenta calmarla, diciéndole que eso da igual y que debería reconsiderar su decisión. Le recuerda que su salud está mejorando poco a poco y que necesita apoyo. Sin embargo, María responde con ironía y desesperanza. Dice que no hay nada que pueda sacarla de esa situación oscura. Desprecia la rehabilitación a la que está sometida y confiesa que ya no espera nada de la vida.
El comentario deja desconcertado a Andrés, que con seriedad le pregunta si todo lo hace porque él no ha querido adoptar. Ella, con amargura, admite que sí, que esa negativa la ha destrozado y le ha quitado las pocas fuerzas que tenía. Andrés, incrédulo, insiste en saber si ha puesto en riesgo su salud únicamente para obligarlo a cambiar de opinión. María lo niega, pero su voz se quiebra. Asegura que no pretende manipularlo, aunque sabe que él lo piensa. Afirma que había encontrado una ilusión, una razón para seguir adelante, pero que Andrés se la ha arrebatado de golpe.
Él intenta justificarse diciendo que no quiere hacerle daño, pero ella, con lágrimas contenidas, replica que justamente eso es lo que consigue. Confiesa sentirse como una desgraciada, una mujer que no le importa a nadie, sin esperanzas ni motivos para seguir. Añade que ya no tiene necesidad de una enfermera porque ha perdido todo interés por la vida. Con la mirada perdida, se aleja de Andrés y pronuncia una frase estremecedora: ojalá Dios hubiera tenido misericordia y la hubiera dejado morir en aquella terrible caída.
Mientras tanto, en otro escenario, se desarrolla un momento clave entre Damián y Tasio. Esa misma noche, Damián entra en el almacén y se topa con su hijo, que lo recibe con evidente molestia. Tasio le pregunta qué hace allí, dejando claro que su presencia no es bienvenida. Damián, intentando mantener la calma, explica que había oído que su hijo había regresado a la colonia para hablar con don Agustín sobre el sepelio de su madre, y que le habían dicho que podría encontrarlo en ese lugar.
Tasio, frío y distante, responde que tiene trabajo pendiente y que se quedará un par de horas. Damián se interesa con cautela y le pregunta si ya sabe la fecha del entierro. El joven contesta de manera seca: será mañana a la una. Damián, dolido, le reprocha que pensara decírselo sin siquiera llamarlo antes. Tasio responde con evasivas, sin querer entrar en detalles.
Consciente de la distancia, Damián baja el tono de voz y confiesa que fue hasta allí porque quería hablar a solas con él. Le explica que durante el día no pudo expresarse ya que Pedro estaba presente. Conmovido, recuerda a sus propios padres y cómo sufrió al perderlos, comparando ese dolor con lo que ahora vive su hijo. Le recuerda que Ángela fue una madre ejemplar, siempre dispuesta a entregarlo todo por él. Y aunque ella ya no esté, insiste en que aún tiene familia que lo apoya.
Con emoción, Damián le pide a Tasio que intente reconstruir la relación entre ellos. Reconoce que nunca ha sido fácil, que hubo errores y malentendidos, pero que es el momento de cambiar, de acercarse. Le asegura que eso es lo que Ángela hubiera querido. Tasio escucha, pero la ira lo supera. Con la voz rota, responde que su madre ya no está y que nada puede cambiar ese hecho.
Damián, herido pero firme, le dice que aún está él, que es su hijo, un miembro de la familia De la Reina, y que nunca más permitirá que se sienta apartado. Tasio retrocede, incrédulo, y le reprocha con dureza: no cree que un simple discurso pueda solucionar todo lo que ocurrió. Damián, con humildad, le extiende la mano y le pide que le dé una oportunidad.
Pero Tasio, al borde del llanto, estalla. Grita que no va a aceptar esa mano porque la muerte de su madre le demostró que la reconciliación entre ellos es imposible. Lo acusa directamente: dice que fue por culpa de Damián que discutió con su madre, y que por esa pelea ella terminó tomando el autobús en el que encontró la muerte. Añade con rabia que lo último que Ángela le dijo fue que no estaba orgullosa de la persona en la que se había convertido, y que ya no tiene la oportunidad de reconciliarse con ella.
Cada palabra de Tasio es un golpe para Damián. El joven asegura que ese dolor y ese recuerdo lo perseguirán toda la vida, y que no necesita ni la compasión ni la falsa comprensión de un padre que nunca quiso a su madre ni a él. Con esas duras frases, rechaza cualquier intento de acercamiento.
La escena queda marcada por el silencio y la impotencia. Damián queda destrozado, incapaz de responder a la magnitud del reproche de su hijo. La pregunta que queda flotando es inevitable: ¿conseguirá algún día recuperar a Tasio? ¿Habrá una posibilidad de reconciliación entre padre e hijo o el resentimiento y la culpa serán demasiado grandes?
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Este capítulo, cargado de emociones, nos deja en vilo. Por un lado, la desesperanza absoluta de María, que siente que la vida ya no tiene sentido sin la posibilidad de adoptar y formar una familia. Por otro, la ruptura casi definitiva entre Damián y Tasio, marcada por reproches del pasado y por la herida abierta de la muerte de Ángela.
La serie nos invita a reflexionar sobre el dolor, la culpa y la posibilidad de perdonar. ¿Podrá Damián demostrar con hechos que está dispuesto a cambiar? ¿Encontrará María una nueva ilusión para seguir adelante? ¿O veremos cómo la oscuridad termina ganando terreno en sus vidas?
El destino de la familia está en juego, y el capítulo nos deja con un suspenso que promete aún más giros en los próximos episodios.