Sueños de Libertad ¡Toda La Verdad Sale A La Luz! Avance5 de noviembre #SueñosDeLibertad #mafin #new
El nuevo episodio de Sueños de Libertad llega con una intensidad inesperada y con giros que prometen marcar un antes y un después en la historia. Lo que comienza como una jornada más en la fábrica termina transformándose en un terremoto emocional donde el deber, el amor y el pasado se entrelazan hasta el límite. En este avance exclusivo, descubrimos cómo Tasio se enfrenta a una decisión desgarradora que pondrá a prueba su integridad, mientras Damián recibe una visita que altera el destino de su empresa. Y, en paralelo, Marta se adentra en una peligrosa confrontación con un enemigo que amenaza con destruir su vida.
El capítulo arranca en la oficina de dirección. Tasio, sumido en el trabajo, atiende una llamada cuando Chloe entra sin previo aviso. Su presencia impone silencio. Él cuelga de inmediato, percibiendo en su mirada que algo grave está por venir. Con tono directo y sin rodeos, Chloe anuncia que ha recibido una orden de su jefe: “Debe despedir a la mitad de la plantilla.” Tasio, incrédulo, repite sus palabras como si no las hubiera comprendido. Ella deja sobre la mesa una carpeta repleta de nombres. El silencio se vuelve espeso mientras él comienza a revisar los documentos uno a uno. Reconoce cada nombre, cada rostro. Personas que han compartido con él años de trabajo, sacrificio y esfuerzo. Finalmente, levanta la vista, con los ojos llenos de impotencia: “¿Cómo quiere que despida a toda esta gente? ¡Ellos también tienen familias!”
Pero Chloe no cede. Con frialdad profesional le recuerda que ha revisado todos los expedientes y que la decisión se basa en criterios objetivos: “Los mejores se quedan. Los prescindibles se van.” Esa frase, tan dura como calculada, deja a Tasio helado. Le reprocha no haberlo consultado antes, pero ella lo interrumpe: “Sigue siendo el director, y su deber es comunicar los despidos.” Él, con sarcasmo y dolor, le pregunta si está hablando de personas o de números. Chloe, conteniendo la emoción, intenta mantener la calma. “No me lo ponga más difícil, Tasio. Es la única forma de garantizar que la empresa sobreviva.”

Tasio se levanta, camina por la oficina con frustración. Conoce a cada trabajador, sabe sus historias, sus familias, sus luchas. “Muchos son mayores, otros tienen hijos. ¿Cómo les digo que ya no los necesito?”, exclama con rabia contenida. Chloe lo mira, más humana por un instante, y responde: “Lo siento. Las órdenes vienen de arriba.” Luego añade con un hilo de voz: “Si prefiere, puede decidir usted mismo quién se queda y quién se va.” Tasio se da cuenta de que esa será probablemente su última decisión antes de ser reemplazado. Ella intenta suavizar el golpe recordándole que lo reubicarán, que sigue siendo accionista. Pero él responde con amargura: “No sé en qué momento apoyé esta venta.”
Chloe insiste en que todo mejorará, que los despidos serán temporales y que cuando la fábrica se recupere, podrán reincorporar a la gente. Pero Tasio ya no escucha. Su mirada perdida refleja una mezcla de rabia y decepción. La empresa por la que lo dio todo se ha convertido en un terreno de decisiones inhumanas.
Mientras tanto, en la mansión de los De la Reina, la tensión es palpable. Damián no tiene noticias de Gabriel, y el silencio en la casa se vuelve insoportable. De pronto, un golpe en la puerta rompe la quietud. Al abrir, aparece Chloe. Su llegada sorprende a todos. Con cortesía, se presenta: “Soy Chloe, representante de Perfumerías Brosard.” Andrés la recibe con educación, pero Damián la observa con desconfianza. La conversación comienza con formalidad, pero pronto se tiñe de tensión. Damián no oculta su hostilidad: no confía en la nueva dirección y teme que la empresa familiar acabe destruida bajo el control de los italianos. Chloe intenta mostrarse conciliadora, pero cada palabra suya parece avivar más la desconfianza.
Mientras esta confrontación marca el rumbo de la empresa, la historia da un giro hacia un lugar muy diferente: la prisión. Marta, decidida y nerviosa, entra a una sala de visitas. Va a enfrentarse a un hombre del pasado, uno que conoce demasiado bien. Frente a ella, aparece aquel que días atrás la había amenazado. Su rostro, aunque endurecido por el encierro, conserva la misma expresión arrogante de siempre. Marta lo encara sin temblar. “No tengo mucho tiempo”, dice. Él sonríe con burla. “¿Será suficiente?”, replica con sarcasmo. Ella le exige ir al grano. Él, con aire de superioridad, responde: “Qué distinto nos ha tratado la vida, ¿no crees?”
El ambiente es gélido. Marta siente cómo el frío del lugar se mezcla con el miedo y la rabia. Él se burla: “Hace frío… y no lo digo por las celdas.” Ella responde firme: “Tienes lo que mereces. Intentaste matar a mi padre, heriste a Tasio, chantajeaste a quien se te puso enfrente.” Él la interrumpe: “Fuiste tú quien me pidió que ajustara cuentas. Todo esto empezó por ti.” La discusión sube de tono. Marta, decidida a acabar con el chantaje, le pregunta cuánto dinero quiere. Pero su respuesta la deja sin aliento: “No quiero dinero. Quiero salir de aquí. Y será