El capítulo 428 de “Sueños de libertad” comienza con una atmósfera cargada de tensión y expectativa. Andrés, después de un largo y tortuoso coma, finalmente despierta. Sin embargo, el mundo que lo rodea no es el mismo que dejó atrás. La verdad sobre Brosar, una figura oscura de su pasado, está a punto de salir a la luz, y esta revelación podría destruirlo todo.

El despertar de Andrés

La escena se abre en una habitación de hospital iluminada por la luz tenue de la mañana. Andrés parpadea, tratando de enfocar su visión. A su alrededor, los monitores emiten un suave pitido, y el olor a desinfectante llena el aire. “¿Dónde estoy?”, murmura, su voz apenas un susurro.

María, quien ha estado a su lado durante todo el tiempo, se da la vuelta al escuchar su voz. “¡Andrés!”, exclama, sus ojos llenos de lágrimas de alivio. Se acerca rápidamente a su cama, tomando su mano con ternura. “Estás en el hospital. Has estado en coma, pero ahora estás despierto”.

Andrés, confundido, intenta procesar la información. “¿Cuánto tiempo ha pasado?”, pregunta, sintiendo una mezcla de miedo y esperanza. “Unas semanas”, responde María, su voz temblando. “Todos estábamos tan preocupados por ti”.

La sombra de Brosar

A medida que Andrés comienza a recuperarse, las preguntas sobre su estado de salud y su futuro lo asaltan. Sin embargo, hay algo más que lo inquieta: la sombra de Brosar, un antiguo enemigo que ha estado manipulando los hilos de su vida desde las sombras. “¿Qué ha pasado con Brosar?”, pregunta Andrés, su voz cargada de ansiedad.

María se detiene, sintiendo que la verdad es más dolorosa de lo que puede soportar. “Andrés, hay cosas que necesitas saber…”, comienza, pero Andrés la interrumpe. “¡Dímelo! Necesito saber la verdad”. La determinación en sus ojos deja claro que no se detendrá hasta obtener respuestas.

La revelación dolorosa

Con un suspiro profundo, María se sienta al borde de la cama y comienza a relatar lo que ha sucedido. “Brosar ha estado detrás de todo. Ha manipulado a las personas a su alrededor, incluyendo a Gabriel y a ti”, explica. Cada palabra es como un golpe para Andrés, quien siente que el aire se le escapa de los pulmones.

“¿Qué quieres decir con que me ha manipulado?”, pregunta Andrés, sintiendo que el dolor comienza a apoderarse de él. “Te ha utilizado como una pieza en su juego. Todo lo que pensabas que era real, quizás no lo era”, responde María, sus ojos llenos de tristeza.

La lucha interna de Andrés

Andrés se siente abrumado por la revelación. La idea de haber sido un peón en el juego de otra persona lo consume. “No puedo creer que haya dejado que esto sucediera”, murmura, sintiendo que su vida se desmorona. “¿Cómo pude ser tan ciego?”

María intenta consolarlo. “No fue tu culpa, Andrés. Brosar es un maestro en manipulación. Pero ahora que has despertado, tienes la oportunidad de enfrentarlo”. Sin embargo, la idea de confrontar a Brosar llena a Andrés de dudas y miedo. “¿Y si no soy lo suficientemente fuerte?”, pregunta, sintiendo que la inseguridad se apodera de él.

La decisión de luchar

A pesar de sus temores, Andrés sabe que no puede dejar que Brosar gane. “Si hay algo que he aprendido en este tiempo, es que no puedo seguir huyendo de mis problemas”, dice con determinación. María lo mira, admirando su valentía. “Eso es lo que quería escuchar”, responde, sintiendo que la esperanza comienza a florecer nuevamente.

Andrés se levanta lentamente de la cama, sintiendo que cada movimiento es un desafío. “Necesito saber todo lo que pueda sobre Brosar y sus planes. No puedo permitir que siga destruyendo vidas”, afirma con firmeza. María asiente, sabiendo que la batalla que se avecina será difícil, pero necesaria.

El plan de acción

Juntos, deciden que deben reunir información sobre Brosar. “Necesitamos aliados”, dice María. “No podemos hacerlo solos”. Andrés asiente, comprendiendo que la fuerza de su relación y la ayuda de otros serán cruciales en la lucha que se avecina.

Mientras se preparan para salir del hospital, una sombra oscura se cierne sobre ellos. Brosar, al tanto de que Andrés ha despertado, no se detendrá ante nada para mantener su control. “No puedo dejar que esto se convierta en una guerra”, dice Andrés, sintiendo que la presión aumenta.

La primera confrontación