María le asegura a Andrés que votará a favor de Marta en la junta – Sueños de Libertad
La intención que tenemos es adelantarnos a una posible crisis en la empresa
En el próximo capítulo de Sueños de Libertad seremos testigos de un giro decisivo en el futuro de Perfumerías Reina. La enfermedad de don Pedro ha dejado un vacío que nadie puede ignorar, y las intrigas dentro del consejo de la empresa empiezan a desplegarse con mayor intensidad. La escena arranca en una reunión cargada de tensión, donde los socios principales discuten el porvenir de la compañía y la necesidad urgente de encontrar una solución antes de que todo se desmorone.
Uno de los consejeros rompe el silencio y, con tono firme, anuncia lo inevitable: “La intención que tenemos es adelantarnos a una posible crisis y asegurar cuanto antes el relevo de la dirección de la empresa.” El comentario, lejos de ser una simple propuesta, es una advertencia velada de que el tiempo corre y los errores del pasado ya no pueden repetirse. Mientras tanto, todos saben que don Pedro, debilitado por su enfermedad, ya no tiene las fuerzas necesarias para liderar ni tomar decisiones de peso. “Pobre don Pedro, menudos últimos días va a pasar”, murmura alguien con mezcla de compasión y resignación.

En ese instante, las miradas se posan sobre María, quien ha mostrado ambiciones en el pasado y cuya opinión puede inclinar la balanza. El consejero insiste en que no se trata de un asunto personal contra ella, pero la realidad es clara: “María, no es algo personal, pero está claro que la empresa está atravesando una crisis y necesitamos estabilidad inmediata.” María, que pocas veces se deja intimidar, asiente lentamente, aunque en su interior percibe que algo grande está a punto de definirse.
Entonces surge la pregunta clave: ¿ya se ha pensado en un sustituto? La respuesta no tarda en llegar. “Sí, ya tenemos a alguien en mente: Marta. Solo ocuparía el cargo unos meses, hasta que finalice el plazo tras la renuncia de Joaquín. Después convocaremos una votación oficial para decidir quién será el nuevo director permanente.” El nombre de Marta no sorprende a nadie, aunque para María supone un golpe inesperado. Ella sabe bien que Marta, a pesar de haber rechazado en el pasado responsabilidades mayores, tiene un peso moral dentro de la empresa que pocos pueden discutir.
María, con tono sarcástico, cuestiona si esa maniobra es legal, si acaso no están forzando demasiado las normas. La respuesta llega sin vacilar: “Sí, es legal. Gabriel nos lo ha confirmado después de revisar los estatutos.” Con esa seguridad, el plan empieza a tomar forma. El razonamiento es simple pero contundente: don Pedro ya no puede gestionar la empresa, y alguien debe tomar las riendas antes de que la competencia, las deudas o las disputas internas provoquen un colapso.
De inmediato se propone convocar una junta extraordinaria para formalizar la transición cuanto antes. Todos saben que cada hora cuenta. María, intentando mantener la calma, asegura que estará presente. Pero justo cuando parece que el acuerdo está sellado, surge “el pero”. Un consejero le advierte que tanto la cesión de poder de don Pedro como el nombramiento temporal de Marta requieren unanimidad absoluta en la votación. Sin el apoyo de María, el plan quedaría bloqueado.
La presión se intensifica. Los socios miran fijamente a María, conscientes de que su voto es decisivo. “Queremos saber si contamos contigo para que la dirección regrese a la familia y no caiga en manos de terceros”, le dicen con voz cargada de expectación. María, algo sorprendida por la forma directa en que la ponen contra la pared, responde con un ambiguo “Supongo que sí.” Sin embargo, la insistencia no tarda en llegar. “¿Estás completamente segura? Porque un cambio de planes en el último minuto podría ser letal para la empresa.”
María se siente evaluada como nunca. Se le recuerda que jugar a dos bandos o filtrar información a don Pedro sería un error gravísimo. Ella lo niega con firmeza: “¿Por qué iba a hacer eso? No tendría sentido.” Aun así, la duda permanece en el aire. El consejero, mirándola a los ojos, le pide total sinceridad para evitar sorpresas desagradables en la junta. La música de fondo resalta la tensión mientras el silencio se prolonga unos segundos. Finalmente, María se decide a responder con seguridad: “Cuentan con mi apoyo. Si esto es bueno para la empresa, también será bueno para Julia.”
El ambiente se relaja ligeramente, y se cierra la escena con una frase contundente: “Que Marta esté al frente es la mejor noticia para Julia y para todos.” Pero bajo esa aparente calma se esconden emociones encontradas.
María, aunque acepta la decisión, no puede evitar que en su interior hierva la frustración. Ella ambicionaba un puesto de mayor poder, y ahora debe resignarse a apoyar a Marta, quien de manera inesperada se convierte en la figura clave del futuro inmediato de Perfumerías Reina. El dilema moral y personal de María es evidente: entre sus deseos de ascenso y la estabilidad de la empresa, ha optado por lo segundo, pero ¿hasta cuándo será capaz de reprimir sus verdaderas aspiraciones?
Mientras tanto, los demás socios respiran aliviados. Han logrado asegurar un consenso, al menos momentáneo, que les permitirá avanzar con la transición sin sobresaltos. Sin embargo, el peligro aún no ha desaparecido. La enfermedad de don Pedro sigue siendo un factor que complica todo, y su estado de salud podría precipitar decisiones más drásticas. Además, la figura de Gabriel empieza a ganar relevancia, pues su conocimiento legal y su habilidad para maniobrar lo convierten en una pieza indispensable para sostener el frágil equilibrio del consejo.
En este episodio veremos cómo se enfrentan el pragmatismo empresarial y los sentimientos personales. Para algunos, como Irene y Cristina, el nombramiento de Marta puede ser la oportunidad de devolver a la empresa un rostro confiable. Para otros, como María, es un trago amargo que deberán aceptar de momento, aunque su ambición no se extingue tan fácilmente.

La gran pregunta que queda en el aire es: ¿será Marta capaz de liderar con firmeza, aunque sea temporalmente? ¿O las intrigas internas y las rivalidades familiares harán que su mandato sea tan breve como turbulento?
Con esta jugada, los guionistas de Sueños de Libertad colocan a los personajes en un tablero de ajedrez donde cada movimiento puede ser decisivo. Don Pedro, cada vez más debilitado, observa desde las sombras cómo su legado se redefine sin él. Y aunque la decisión parece tomada, las tensiones prometen crecer en los próximos capítulos.
El espectador quedará atrapado en este dilema: estabilidad frente a ambición, lealtad frente a poder. El relevo en la dirección de Perfumerías Reina marcará un antes y un después en la historia, y nada volverá a ser igual para la familia ni para la empresa.