Luis organiza el trabajo en el laboratorio para pasar menos tiempo con Cristina – Sueños de Libertad
Pensaba que estarías en el invernadero
La escena se abre en un ambiente de trabajo minucioso y delicado. Entre matraces, disolventes y aromas dispersos, alguien cree encontrar a Cristina en el invernadero, como suele ocurrir, pero en esta ocasión no es así. Cristina explica con calma que no está revisando las plantas, sino probando un nuevo solvente de extracción en el laboratorio. Su tono es seguro, casi técnico, aunque de inmediato interrumpe la tarea, asegurando que en un momento regresa para atender lo que haga falta. La respuesta es conciliadora: no hay ninguna prisa y puede quedarse allí tanto tiempo como considere necesario. La confianza en su desempeño es clara.
Aprovechando su presencia, le plantean un encargo concreto: preparar un absoluto de hojas de violeta. Cristina escucha atenta la petición y, demostrando su conocimiento, responde enseguida con una pregunta práctica: “¿Quieres que lo haga con disolvente o mediante enfleurage?”. La respuesta es abierta: la técnica es indiferente, puede elegir el método que más le convenga. No se requiere una gran cantidad de producto, por lo que lo ideal es que se prepare directamente en el laboratorio en lugar de recurrir a un proveedor externo. Cristina asiente con profesionalidad, sabiendo que esa tarea pone a prueba su pericia y autonomía.

El clima parece propicio para hablar de otros temas. Entonces llega una confesión importante: tras mucho reflexionar, se ha tomado la decisión de reorganizar parte del trabajo en el laboratorio para hacerlo más eficiente. Este cambio no es trivial, pues implica una redistribución de tareas y responsabilidades. Con voz serena pero firme, se anuncia que el tercer perfume del proyecto no se desarrollará con Cristina, sino con Daniel. Las razones se explican enseguida: Daniel ha aportado un par de ideas que resultan frescas, innovadoras y muy interesantes para la dirección creativa que se quiere seguir.
Para Cristina, la noticia es inesperada. Aunque podría interpretarse como un desplazamiento, pronto se aclara que no es un retroceso, sino una oportunidad. Ella comenzará a trabajar con Paco, formando un nuevo dúo encargado de supervisar la calidad de la producción. No solo velarán por los estándares técnicos de cada creación, sino que también tendrán la libertad de inspirarse en lo que deseen, sin la presión asfixiante de los plazos estrictos. La idea es que puedan respirar, experimentar y sacar lo mejor de sí mismos en un ambiente menos rígido.
El anuncio se matiza con otra promesa: por la tarde se detallarán más aspectos de esta reorganización. Sin embargo, se adelanta lo más importante: Cristina y Paco gozarán de total libertad creativa. Podrán buscar referencias en la naturaleza, en recuerdos personales, en viajes, en la música, en lo que deseen. La única condición será dejar fluir la imaginación. Esa autonomía es un reconocimiento a su evolución dentro del equipo, y Cristina lo entiende de inmediato.
La conversación avanza hacia un terreno más personal y cercano. Se reconoce explícitamente el esfuerzo y el progreso que Cristina ha demostrado en las últimas semanas. Se le recuerda que ya era hora de darle mayor autonomía, que ha aprendido muchísimo y que, poco a poco, se está convirtiendo en una auténtica experta en la materia. Este reconocimiento funciona como un bálsamo, disipando cualquier atisbo de inseguridad que pudiera haberle provocado el anuncio de que no trabajará en el próximo perfume principal.
El trasfondo de la escena deja entrever varias capas emocionales. Por un lado, Cristina experimenta una mezcla de sorpresa, orgullo y cierta inquietud. Sorpresa porque no esperaba que Daniel fuese el elegido para el tercer perfume; orgullo porque su dedicación ha sido valorada; e inquietud porque los cambios siempre generan incertidumbre. Aun así, la confianza que se deposita en ella al asignarle un rol con libertad creativa habla de un reconocimiento profundo. No se trata de apartarla, sino de darle un espacio propio donde pueda volar con sus propias alas.
La mención a Daniel no es casual. Su aporte de ideas frescas sugiere que el laboratorio está en un momento de transición, buscando una identidad más innovadora. La dirección apuesta por diversificar los talentos, emparejando perfiles distintos: Daniel con su visión creativa inmediata y Cristina con su precisión técnica, ahora reforzada por el acompañamiento de Paco. Cada movimiento parece calculado para potenciar al máximo las virtudes individuales sin perder de vista el objetivo global.

Cristina, en su fuero interno, entiende que este es un momento clave en su trayectoria. Las semanas pasadas, cargadas de aprendizaje intenso, la han fortalecido. Ya no es la aprendiz insegura que necesitaba instrucciones constantes, sino una profesional capaz de tomar decisiones, de improvisar soluciones técnicas y de aportar su propio sello al trabajo. Su transformación es evidente, y ahora se le otorga la oportunidad de demostrarlo.
La atmósfera del laboratorio, con su mezcla de aromas, frascos y fórmulas, se convierte en el escenario perfecto de esta evolución. Lo que antes era un espacio intimidante ahora es su terreno natural. La noticia de que supervisará la calidad y podrá crear sin límites resuena en su interior como una invitación a crecer aún más. Cristina respira hondo, imaginando ya los retos que la esperan junto a Paco: controlar cada lote, revisar cada esencia, garantizar que la perfección se mantenga en cada frasco y, al mismo tiempo, dejar volar la inspiración hacia territorios inexplorados.
La escena se cierra con un aire esperanzador. A pesar de los cambios, o quizá gracias a ellos, Cristina se enfrenta a una etapa decisiva. La confianza depositada en ella es palpable, y el reconocimiento de que se está convirtiendo en una experta le da la seguridad que necesitaba. Los próximos días serán de experimentación, de descubrimientos y de desafíos, pero también de libertad y creatividad sin precedentes. Entre notas de violeta, solventes y perfumes en gestación, Cristina comienza a escribir una nueva página en su historia profesional.
Lo que parecía una simple conversación sobre encargos técnicos se transforma así en un punto de inflexión. No solo se trata de elaborar un absoluto de hojas de violeta, sino de asumir una nueva posición dentro del equipo, con responsabilidades distintas y con un horizonte de posibilidades abiertas. El laboratorio no será el mismo a partir de ahora, y Cristina tampoco.