LEOCADIA, DESATADA, QUIERE MATAR A MANUEL || CRÓNICAS y ANÁLISIS de La Promesa
Buenas, promisers, clippers
El nuevo episodio de La Promesa ha dejado a los espectadores divididos entre la sorpresa, la indignación y, por supuesto, la expectación. El foco central ha girado alrededor de Manuel, quien vuelve a demostrar que es uno de los personajes más complejos y a la vez más sufridos de toda la trama. Sus escenas, especialmente con su padre Alonso y con Martina, han brillado con fuerza, aunque lo que realmente ha causado impacto es la amenaza velada —o más bien directa— de Leocadia, que ha jurado vengarse de él.
Desde el inicio del capítulo, se nos muestra a Manuel en una especie de doble batalla: por un lado, lidiando con su padre Alonso, que continúa con esa actitud soberbia, egoísta y desconcertante que ya se ha convertido en marca de la casa, y por otro, con su deseo de encontrar algo de paz junto a Martina, con la que comparte momentos más íntimos y reflexivos. Sin embargo, la verdadera tormenta no llega hasta que Leocadia se convierte en la absoluta protagonista del episodio.

La amenaza de Leocadia
La mujer, que ya ha cometido innumerables fechorías contra los Luján y especialmente contra Manuel, sorprende con una declaración que deja sin aliento: planea vengarse de él. Pero ¿qué más puede hacerle? Esta es la pregunta que muchos se hacen y que resuena en la mente de los espectadores. No podemos olvidar que Leocadia ya lo ha llevado al límite del sufrimiento: fue responsable directa de la muerte de Hanna, la esposa de Manuel, y del hijo que ambos esperaban, ya que Hanna estaba embarazada. Además, ha atacado sin descanso la reputación de los Luján, arrastrándolos por escándalos, revelando secretos familiares y sembrando el caos en la prensa.
¿De qué más puede vengarse? ¿Acaso no ha destruido ya lo esencial de la vida de Manuel? La obsesión de Leocadia no parece tener fondo y lo más inquietante es que su odio hacia él se alimenta no solo de rencores personales, sino también de una rivalidad simbólica: Manuel representa la herencia de Cruz, aquella mujer que en vida fue su amiga y luego su enemiga, y cuya sombra Leocadia no soporta. Cada vez que Manuel muestra carácter, cada vez que defiende sus ideales, no hace más que recordarle a Cruz, y eso enciende en ella un resentimiento imposible de contener.
Una villana a medio gas
Lo curioso es que, a pesar de todas sus maldades, Leocadia no ha tenido todavía un desarrollo como villana frontal. Muchas de sus acciones han ocurrido a escondidas, fuera de cámara o manipulando desde las sombras. Esto le resta intensidad a su papel, sobre todo si la comparamos con Cruz, que no temía enfrentarse cara a cara con sus enemigos, ni con Lorenzo, cuya ironía y cinismo consiguen incluso divertir mientras genera conflicto.
El capítulo deja entrever que tal vez esta etapa de villana encubierta esté llegando a su fin. El estallido de rabia que muestra frente a Ballesteros, con el que se desahoga, parece presagiar que Leocadia se mostrará cada vez más directa y agresiva, abandonando la máscara de cordialidad para convertirse en la gran antagonista que la trama necesita. Y lo cierto es que muchos fans lo desean: una villana sin tapujos que se enfrente abiertamente a Manuel, a Catalina, a Martina y a quien se interponga en su camino.
El gran objetivo: la herencia de Cruz
Para entender mejor a Leocadia, conviene recordar cuáles son sus metas declaradas. Ella misma confesó al duque de Carvajal y Cifuentes que su propósito es quedarse con todo lo que pertenecía a Cruz: el marquesado de Luján, el Palacio de La Promesa y la familia entera. Esa es su ambición, y en su mente parece tenerlo todo justificado. El problema es que, por ahora, se limita a vivir como una invitada con poder económico, aportando dinero que mantiene a los Luján atados a ella por deudas, pero sin llegar a consolidar una posición oficial dentro de la familia.
Esto genera una paradoja: Leocadia tiene un plan grandioso, pero carece de una estrategia real para ejecutarlo. Puede manipular, chantajear o sembrar discordia, pero mientras no tenga un título, un matrimonio o un derecho legal que la respalde, siempre será alguien de paso, alguien cuya permanencia depende de la necesidad ajena. Y la pregunta que deja el capítulo es clara: ¿cuándo dará el golpe definitivo?
El papel de Alonso
En paralelo, Alonso sigue demostrando que su personaje es tan desesperante como imprescindible. Su defensa a ultranza de Leocadia, incluso llegando a amenazar a Manuel en su nombre, resulta incomprensible para muchos. La audiencia lo percibe como un hombre que ha perdido completamente el rumbo, capaz de cerrar los ojos ante los crímenes de Leocadia —que incluyen la muerte de su propia esposa, de su nuera y de su nieto no nacido— solo por mantenerse bajo su influencia.
El concepto de “Alonsear”, acuñado ya por los fans, resume perfectamente esta actitud absurda y casi ridícula de Alonso, que parece babear frente a la mujer que más daño ha causado a su familia. Muchos opinan que merece perder el marquesado, y lo más justo sería que lo hiciera en vida, siendo testigo de cómo su legado se derrumba en manos de la propia Leocadia.

¿Un futuro enfrentamiento abierto?
Todo apunta a que los próximos capítulos podrían mostrarnos un choque más directo entre Leocadia y los Luján. Si hasta ahora sus movimientos se limitaban a intrigas ocultas, las palabras de venganza contra Manuel parecen anunciar un cambio de tono. Y aunque pueda parecer arriesgado, la verdad es que el personaje lo necesita. Una villana que actúa desde las sombras puede mantener la tensión durante un tiempo, pero la verdadera emoción surge cuando el enfrentamiento es claro, frontal y cargado de intensidad.
Además, el avance deja pistas de que Catalina también tendrá sus roces con ella, lo que sumará más fuego al conflicto. Y si Martina se une a la resistencia contra Leocadia, esta se verá rodeada de enemigos en el propio Palacio. Su única baza podría ser mantener a Alonso y a Lorenzo de su lado, aunque ambos son personajes inestables y poco fiables.
Conclusión del capítulo
En resumen, este episodio nos ha recordado la fragilidad emocional de Manuel, el cinismo insoportable de Alonso y la creciente ambición de Leocadia. La gran incógnita es hasta dónde está dispuesta a llegar ella y si realmente veremos esa transformación en la villana frontal que muchos esperan. Lo cierto es que, de momento, su amenaza de venganza deja claro que la batalla entre Leocadia y los Luján apenas comienza.
Y mientras tanto, los espectadores seguimos atrapados en esta telaraña de pasiones, odios y lealtades quebradas que convierten a La Promesa en un torbellino de emociones diarias.