LA PROMESA Martes 16 de Septiembre a las 18:25 Previa del episodio 676 || Serie TVE
Hola, soy tu Gustav: Catalina contra el Barón y secretos al descubierto en La Promesa
El capítulo 676 de La Promesa, previsto para emitirse el martes 16 de septiembre, viene cargado de giros inesperados, enfrentamientos explosivos y revelaciones que sacudirán los cimientos del palacio. Catalina, la hija rebelde del marqués de Luján, se convierte una vez más en el centro de todas las miradas: acosada por las amenazas del barón de Valladares —también conocido con sorna como el de Moñigales— y traicionada por su propia familia, deberá decidir si cede ante la presión o mantiene su postura, aun sabiendo que el precio de quedarse puede ser devastador.
El episodio arranca con una escena de alto voltaje. El barón se planta frente a Catalina sin tapujos ni diplomacia. La acusa de ser la cabecilla de la revuelta de los labriegos y, con tono implacable, le ordena marcharse de La Promesa. La exigencia es clara y cruel: no debe llevarse a su marido ni a sus hijos, debe desaparecer sola. La amenaza va acompañada de una advertencia: si no obedece, las represalias caerán sobre ella con todo el peso de la nobleza más rancia y vengativa. Catalina, lejos de intimidarse, responde con entereza. En un arrebato de valentía, lanza una frase lapidaria que marcará el episodio: “Tú preferiste irte a merendar con señoras empingorotadas antes que ayudar a tu prima”. Con estas palabras, deja en evidencia a Martina, su prima, quien ha elegido refugiarse en el patronato de La Milagrosa en lugar de apoyarla en su lucha. El choque entre ambas no solo revela las fracturas internas de la familia, sino que también expone la soledad de Catalina en un entorno cada vez más hostil.
Mientras tanto, en otra parte del palacio, Ángela se encuentra desesperada. Cansada de su encierro y sintiéndose al borde del colapso, suplica a su madre, Leocadia, que permita la visita de un médico. Aunque en un primer momento la mujer se muestra reticente, finalmente accede. Sin embargo, la aparente concesión es en realidad una nueva maniobra oscura: Leocadia soborna al doctor Guillén con una fuerte suma de dinero para que prolongue el encierro de su hija. En el despacho, el intercambio de dinero se produce bajo la atenta mirada de Cristóbal Ballesteros, apodado “el Rasputín de La Promesa”, quien observa la escena sin mover un músculo. Su silencio no es indiferencia, sino cálculo. Al igual que Leocadia, Cristóbal teje sus propios hilos en la trama y refuerza la farsa que mantiene a Ángela atrapada. La gran incógnita es: ¿hasta cuándo podrá sostener Leocadia esta mentira sin que su hija descubra la verdad?

El episodio también profundiza en el lado más oscuro de Cristóbal. En una conversación envenenada con Ricardo Pellicer, deja claro que aún no ha olvidado que fue él quien pidió a Manuel que intercediera en su caso. Le recuerda con tono venenoso que no se escude más en la difunta Jana para justificar sus fracasos. Su amenaza no solo evidencia rencor, sino también una creciente ambición de poder que lo asemeja cada vez más a Leocadia. Dos personajes unidos por la manipulación y el desprecio, dos sombras que avanzan hacia un destino común marcado por la maldad.
La trama se vuelve aún más desgarradora con la imagen de Pía, de rodillas, limpiando los suelos del palacio. La mujer que una vez fue pieza clave en la administración de la casa aparece degradada y humillada, convertida en una sirvienta más. La escena destroza el alma del padre Samuel, que observa en silencio, incapaz de intervenir, mientras su corazón se llena de impotencia. El espectador no puede evitar preguntarse si de este sufrimiento nacerá una nueva alianza entre el sacerdote y los criados para intentar restaurar la dignidad perdida.
Petra también ocupa un lugar central en la tensión dramática. En capítulos anteriores ya se había mostrado con rigidez en el brazo, un síntoma preocupante que aquí se agudiza. El médico diagnostica tortícolis, pero Samuel sospecha que hay algo más grave detrás. Le pide a Petra que le muestre nuevamente la herida, y ella se niega con firmeza, lo que incrementa las dudas. Todo apunta a que los guionistas ocultan un giro importante relacionado con la salud de Petra, insinuando la posibilidad de un tétanos silencioso que podría tener consecuencias fatales.
La atención también recae en Jacobo, el prometido de Martina, a quien el barón había tachado de “sosainas”. Sin embargo, en este episodio se destapa una faceta oculta: fue él quien movió los hilos para que Martina recibiera la invitación al patronato de La Milagrosa. Su objetivo es alejarla de las revueltas y sumergirla en un mundo de señoritas bien educadas, lejos del barro y los conflictos. Este descubrimiento transforma a Jacobo en un nuevo villano en la sombra, alguien que, bajo una apariencia simplona, demuestra una capacidad de manipulación inesperada.

En paralelo, la situación emocional de López se complica. Herido, dolido y más gruñón que nunca, empieza a descargar su malestar sobre los demás. Simona y Candela intentan ayudarlo, pero su insistencia solo agrava su enfado. Vera, intentando mediar, termina enfrentándose a él en una fuerte discusión que deja cicatrices difíciles de cerrar. Después, López se desahoga con Curro y Teresa, confesando que se siente perdido tras su ruptura y que no entiende cómo se ha deteriorado todo. Mientras tanto, Vera permanece fría, más preocupada por regresar a su antiguo palacio con su familia que por salvar su relación con López. Todo indica que su salida de La Promesa podría estar cada vez más cerca.
El capítulo 676, en definitiva, es un torbellino de conflictos cruzados. Catalina, firme en su decisión de no abandonar el palacio, se enfrenta sola a la nobleza más hostil y a una familia que le da la espalda. Ángela lucha contra un encierro manipulado por Leocadia, sin sospechar aún el soborno que mantiene su prisión. Cristóbal se consolida como un villano calculador, mientras Ricardo intenta resistir a sus amenazas. Pía sufre la humillación más dura, Petra oculta un mal mayor, Jacobo revela su cara oculta y López se hunde en un mar de frustración y resentimiento.
La tensión crece en cada rincón de La Promesa, como si una tormenta estuviera a punto de estallar. Los bandos se definen, las máscaras caen y la casa se convierte en un campo de batalla emocional donde cada palabra puede desencadenar un desastre. El espectador queda atrapado en un torbellino de secretos, traiciones y pasiones desatadas que no dejan espacio para la calma. El gran interrogante es: ¿hasta cuándo podrá resistir Catalina antes de que todo se derrumbe a su alrededor? Y cuando Ángela descubra la verdad, ¿qué terremoto se desatará en el palacio?
Lo único seguro es que en este nuevo capítulo nadie está a salvo, y cada personaje deberá enfrentar las consecuencias de sus decisiones en un juego de poder y supervivencia que apenas comienza.