‘La Promesa’, avance del capítulo 677: Cristóbal desafía a Lorenzo con un plan arriesgado
Cristóbal desafía a Lorenzo con un plan arriesgado
El capítulo 677 de La Promesa se perfila como uno de los más intensos y cargados de emociones, donde cada personaje debe enfrentar dilemas difíciles y tomar decisiones que podrían cambiar su destino de manera irreversible. Cristóbal, el mayordomo de semblante adusto y corazón justo, se convierte en la figura central de este episodio al preparar un plan audaz para frenar la obsesión de Lorenzo y evitar que Ángela sea obligada a casarse contra su voluntad. Mientras tanto, Catalina enfrenta un nuevo asalto del barón de Valladares, quien dirige su amenaza directamente hacia los hijos de la Luján, desatando la furia de una madre que ha aprendido a proteger a su familia por encima de todo.
La tensión se siente en cada rincón del palacio. Leocadia continúa moviendo sus fichas con maestría, manipulando a quienes la rodean según su conveniencia, mientras Santos, el joven y despiadado lacayo, castiga sin piedad a Ricardo, obligándolo a cumplir tareas humillantes. Al mismo tiempo, Martina descubre la jugada secreta de Jacobo, y su ira estalla con fuerza desmedida. La combinación de intrigas, traiciones y desafíos abiertos convierte este episodio en un espectáculo que ningún espectador querrá perderse.
El capítulo anterior había dejado un eco de cenizas emocionales. Catalina, firme y decidida, se negó rotundamente a abandonar La Promesa, a doblegarse ante el chantaje del barón de Valladares. Su negativa resonaba todavía en los salones, dejando claro que su espíritu, forjado en la adversidad, no podía ser quebrantado. Sin embargo, el barón, acostumbrado a que todos se plieguen a sus caprichos, no acepta un “no” como respuesta. La guerra, lejos de concluir, apenas comenzaba.

En los aposentos del servicio y en los pasillos del palacio, la vida de los habitantes se entrelaza en un delicado equilibrio de lealtades y resentimientos. Ángela, atrapada en la red de Lorenzo, intenta buscar una salida mediante una excusa médica, una artimaña desesperada para evitar un compromiso no deseado. La tensión entre Vera y Lope, marcada por un amor herido y no correspondido, se percibe en cada mirada y cada silencio. Cristóbal, mientras tanto, observa y actúa con prudencia, lidiando con la traición de Ricardo, pero sin dejar que su propio dolor le impida intervenir cuando detecta injusticias.
Con el amanecer sobre los campos andaluces, el capítulo 677 abre un torbellino de emociones y estrategias donde cada personaje debe jugar sus cartas con astucia. Catalina, al despertarse, repite en su mente la conversación con el barón de Valladares. Sus palabras, teñidas de cortesía falsa, ocultaban veneno puro. Buscaban aislarla y obligarla a abandonar su hogar, su familia. Pero Catalina no es una mujer frágil; es una Luján, una guerrera que ha aprendido a luchar por lo suyo. Frente al espejo, se reconoce no como una joven temerosa, sino como una mujer implacable, con la determinación de un muro de granito. No cederá al barón ni un ápice de terreno. Su juramento está sellado con la fuerza de su carácter indomable.
Esa misma mañana, Leocadia, con su habitual máscara de eficiencia, solicita una audiencia con Catalina. Sus intenciones, lejos de ser nobles, buscan socavar la fortaleza de la joven Luján. Sus palabras, envueltas en un falso tono de preocupación, buscan manipular y sembrar dudas sobre el futuro de la familia. Catalina, con la mirada entrecerrada, detecta inmediatamente la trampa: Leocadia intenta convertir el amor y la lealtad en debilidades, pero subestima la fuerza de Catalina. La conversación termina con Catalina firme, desafiando con voz helada cualquier insinuación y dejando a Leocadia sin respuestas. Su determinación se ha vuelto rabia fría, lista para enfrentar cualquier amenaza.
En el área del servicio, Santos continúa demostrando su crueldad. Ricardo es obligado a realizar tareas humillantes, un castigo que mezcla sadismo con venganza personal. Mientras pala tras pala de heno sucio, Ricardo reflexiona sobre la oferta de Cristóbal: una oportunidad para alejarse del yugo de su padre y comenzar de nuevo. Petra, con su combinación de pragmatismo y afecto maternal, lo anima a aceptar, recordándole que es hora de ser su propio hombre y dejar atrás el miedo que lo ha dominado. La decisión no es sencilla; implica enfrentarse a su propio padre y asumir las consecuencias. Sin embargo, Ricardo comienza a vislumbrar una nueva posibilidad, un camino que le pertenece solo a él.
Pía Adarre, siempre vigilante, percibe el riesgo que corre Cristóbal al involucrarse en el conflicto entre Ricardo y su padre. Aunque comprende la justicia de sus acciones, teme que intervenir pueda desatar un conflicto aún mayor. En un diálogo cargado de tensión, le recuerda al mayordomo que, aunque sus intenciones son nobles, debe actuar con prudencia. La conversación deja una huella profunda en Cristóbal, recordándole que sus decisiones afectan a muchos, más allá de lo evidente.
Mientras tanto, en las cocinas, el silencio gélido refleja la ruptura entre Vera y Lope. Sus miradas chocan con dolor y reproche, mientras ambos intentan sobrellevar la herida de un amor que ya no puede ser. Vera se ha vuelto distante, incluso con sus amigas, y Lope se sumerge en el trabajo para acallar su tormento interno. La tensión emocional en el servicio refleja un ambiente cargado, donde cada gesto y cada palabra podría desencadenar un nuevo conflicto.
En el ala noble, Manuel encuentra un refugio en su pasión: la aviación. Junto a su equipo, comienza a dar forma a su sueño, trabajando en el diseño de un prototipo de aeroplano más ligero, rápido y seguro. El hangar se convierte en su santuario, un espacio donde la ilusión y la creatividad le permiten sobrellevar las sombras que rodean a La Promesa. Cada plano, cada cálculo, es un paso hacia un futuro que construye con sus propias manos, lejos de las intrigas que consumen el palacio.

El capítulo alcanza su punto álgido cuando Lorenzo, con su habitual galantería falsa, se acerca a Ángela para verificar su estado de salud. La respuesta de la joven, forzada pero precisa, le permite al capitán imponer su voluntad, eliminando cualquier obstáculo para fijar la fecha de compromiso. Cristóbal, consciente del chantaje que sufre Leocadia, decide que la única salida es un plan arriesgado, utilizando engaño y estrategia para enfrentarse a Lorenzo en su propio terreno. Aunque aún no revela los detalles, la determinación en sus ojos anuncia que está listo para desafiar al capitán y proteger a los inocentes de La Promesa.
La tensión final la marca el barón de Valladares, que se atreve a amenazar directamente a los hijos de Catalina en los jardines. La madre reacciona con una furia primigenia, mostrando que su amor y su protección no conocen límites. Con paso firme y mirada desafiante, advierte al barón que tocar a un solo pelo de sus hijos sería un error fatal. La guerra ha sido declarada, y Catalina demuestra que no será una víctima, sino una combatiente dispuesta a todo por su familia.
El episodio concluye con la traición de Jacobo revelada ante Martina. La joven explota de ira al descubrir que ha sido manipulada, dejando al descubierto un entramado de engaños y control que amenaza con fracturar aún más la red de relaciones de La Promesa. Sus voces resuenan en la biblioteca, marcando un nuevo frente de batalla, mientras la noche cae y deja tras de sí la promesa de un amanecer lleno de incertidumbre y peligro.