LA CLAVE DEL PASADO DE LEOCADIA || CRÓNICAS y ANÁLISIS de La Promesa
Buenas, promisers, clippers, ¿cómo estáis?
El viernes ha llegado y, con él, la promesa de un fin de semana que para muchos significará descanso. Sin embargo, no todos podrán disfrutar de ese alivio; algunos, como nuestro narrador, seguirán con la rutina imparable. Pero la atención de hoy no está en el descanso ni en la rutina, sino en una mujer que parece vivir rodeada de misterio y de poder: Leocadia de Figueroa, un personaje que ha captado la atención del público durante toda la semana. Y no es para menos, pues su vida, su pasado y las sombras que la rodean han suscitado tantas preguntas que merece un análisis detallado.
En esta ocasión, se han querido resolver tres cuestiones esenciales que rondan en la mente de los seguidores de La Promesa. Son interrogantes que, aunque han tenido respuesta dentro de la serie, parece que no todos han captado con claridad. La primera gran duda es si Leocadia tiene más hijos aparte de Ángela; la segunda, qué fue de ella en esos largos años en que estuvo ausente de la trama; y la tercera, de dónde procede la fortuna que hoy la sostiene en el palacio y que la hace tan poderosa.
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Primera cuestión: los otros hijos de Leocadia.
Efectivamente, no todo gira en torno a Ángela. Durante su ausencia, Leocadia se casó y fruto de esa unión nacieron tres hijos más, más pequeños que Ángela y, por tanto, aún adolescentes o incluso niños. Estos descendientes, casi invisibles para la trama, se encuentran estudiando en internados de Europa, tal y como en su momento lo hacía Ángela en Suiza, en el prestigioso Brillal Mount International School. Estos hijos existen, aunque de forma casi espectral: son personajes en la recámara, listos para aparecer si la trama lo exige, como ha ocurrido en otras ocasiones con familiares que permanecen en la sombra, al estilo de los hermanos de Martín, aquellos famosos Felipe y Juan Carlos de Canadá que jamás aparecieron.
Segunda cuestión: los años de silencio.
Tras huir cuando Cruz intentó acabar con ella, Leocadia desapareció del mapa y se refugió en Cuba. Fue allí donde rehicieron su vida, contrayendo matrimonio con un hombre del que poco sabemos: rico, influyente y capaz de abrirle las puertas de una sociedad en la que supo moverse con destreza. Gracias a ese matrimonio, Leocadia amplió su red de contactos, cultivó influencias y tejió los lazos que más tarde le serían útiles al regresar a España. Ahora bien, aunque se especula mucho sobre la identidad de ese marido, lo cierto es que los guionistas han dejado la información en un terreno difuso. No sabemos si era cubano, español, indiano, norteamericano o de cualquier otro país caribeño. Ni siquiera sabemos cómo murió realmente. Algunos insinúan que Leocadia pudo estar implicada en su muerte, aunque es una hipótesis que, sin pruebas, queda solo en rumor. Lo cierto es que tras enviudar, Leocadia heredó una fortuna nada despreciable y continuó su vida con determinación.
Ángela, en todo este proceso, jamás llegó a reconocer a este hombre como un padre. Creció con la idea clara de que su progenitor no estaba en escena y nunca lo estuvo, por lo que siguió siendo “hija sin padre” incluso mientras su madre aparentaba rehacer su vida. De este modo, Leocadia mantuvo una doble faceta: madre de familia y viuda respetable en sociedad, mientras, en realidad, seguía escondiendo secretos y rencores profundos.
Tercera cuestión: la fortuna.
Aquí llegamos a un punto clave que despierta la curiosidad del público: ¿de dónde proviene el dinero que mantiene a Leocadia con tanto poder? La respuesta es sencilla: de la herencia de ese marido rico e influyente. Sin embargo, muchos creen que su fortuna podría agotarse al ritmo en que gasta en La Promesa. Pero es necesario entender que cuando se habla de fortunas en este nivel, no se trata de simples ahorros: hablamos de caudales multimillonarios, patrimonios capaces de sostener varias generaciones. Es la misma diferencia que hoy existe entre una familia acomodada y un multimillonario global. Leocadia no es una mujer que dependa de un salario ni de un único patrimonio fijo: ha demostrado tener olfato para los negocios, sabe invertir y moverse en ámbitos donde el dinero genera más dinero. De hecho, ya la hemos visto respaldar el negocio de Manuel, prueba de que no se trata de la primera vez que se involucra en asuntos financieros.
Esta capacidad la coloca en un lugar de ventaja frente a personajes como Alonso, que ha demostrado tener muy poca visión para administrar las riquezas de su familia. Recordemos cómo dilapidó tres dotes —las de Carmen, Cruz y Jimena—, errores que jamás habría cometido alguien con la perspicacia de Leocadia. Ella, sin necesidad de mostrarse públicamente como empresaria, sabe mover sus fichas, mantener inversiones y asegurarse que el dinero fluya hacia ella.
Todo esto confirma que Leocadia no solo es un personaje astuto, sino que también carga con un pasado mucho más complejo de lo que muchos espectadores habían imaginado. Madre de cuatro hijos, viuda de un hombre acaudalado, superviviente de un intento de asesinato y estratega financiera: su perfil es el de una mujer que sabe adaptarse a cada circunstancia, siempre con la vista puesta en el poder y en la supervivencia.
No obstante, el misterio no termina aquí. Otro aspecto que ha salido a relucir es su relación con Ballesteros, una conexión que viene de mucho tiempo atrás. Su vínculo con este personaje se remonta a los años en que Leocadia regresó de Cuba junto a Cruz, en plena juventud, allá por la década de 1880. Desde entonces, Ballesteros ha estado presente en su vida, un aliado o tal vez un cómplice, lo que añade aún más capas de complejidad a su historia.
Con todo esto, lo que queda claro es que Leocadia se ha ganado su título de personaje sibilino y calculador dentro de La Promesa. Sus pasos están rodeados de secretos, sus motivaciones no siempre son claras y su vida pasada aún tiene mucho que revelar. Los guionistas han dejado abiertas puertas que, sin duda, podrían aprovecharse en futuras tramas: la posible aparición de sus otros hijos, la revelación de más detalles sobre su difunto marido o el esclarecimiento de sus negocios en la sombra.
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Por ahora, lo que el público debe saber es que toda esta información no es especulación sin base, sino que proviene de lo que la propia serie ha mostrado en diálogos y escenas clave. Lo que pasa es que muchos detalles han pasado desapercibidos entre tanta trama paralela y tanto enredo.
Así, llegamos a la conclusión de que Leocadia no es simplemente la madre de Ángela ni una mujer manipuladora más: es una figura con una red de secretos personales, familiares y financieros que explican tanto su presencia en La Promesa como la influencia que ejerce sobre otros personajes. Su historia nos habla de viajes, matrimonios, herencias, hijos ocultos, amistades estratégicas y una enorme capacidad para reinventarse. Y eso la convierte, sin duda, en una de las piezas más fascinantes del tablero narrativo de la serie.
Con este repaso, las dudas quedan respondidas: sí, tiene más hijos, sí, se casó y enviudó en su exilio, y sí, la fortuna que la rodea proviene de esa unión, multiplicada por su instinto financiero. Todo ello conforma un retrato mucho más rico de quien, sin hacer demasiado ruido, se ha convertido en un personaje clave dentro de la ficción.