ENORA ES EL CABALLO DE TROYA DE LEOCADIA || CRÓNICAS de La Promesa Series

En la promesa no todo ocurre a plena luz del día

En La Promesa nada es tan transparente como parece, y lo que se muestra bajo los focos de los grandes salones no siempre refleja la verdad. Entre sombras, resentimientos y silencios, se tejen venganzas que avanzan como hilos invisibles de una telaraña destinada a atrapar a quienes menos lo esperan. Ese es justamente el escenario que comienza a tomar forma en torno a doña Leocadia de Figueroa, una mujer marcada por la humillación y que, tras ser burlada por el joven Manuel, parece decidida a transformar su sed de revancha en un plan maestro. Y, sorprendentemente, en el centro de esa estrategia podría encontrarse una pieza inesperada: Enora, la enigmática muchacha que tantos secretos trae consigo.

La herida de Leocadia aún sangra. Manuel, con un movimiento tan audaz como insolente, abandonó la empresa en la que ella había depositado parte de su influencia. No solo la dejó plantada, sino que se marchó con veinte mil pesetas gracias a la ayuda de don Pedro Farré, dinero que le permitió poner en marcha un proyecto propio. Para Leocadia, una mujer orgullosa y acostumbrada a imponerse, aquello fue un golpe directo a su ego. Incapaz de digerir semejante afrenta, se volcó en confidencias con su amante y consejero en la sombra, Ballesteros, ese “Rasputín” que parece avivar sus ansias de dominio. Entre susurros llenos de rabia, la postiza pronunció una promesa: el “niñato” iba a pagar muy caro su atrevimiento. Y todos sabemos que, cuando Leocadia verbaliza su rencor, detrás se esconde un plan calculado que tarde o temprano se ejecuta.

La promesa - Temporada 4 - Episodio 643

Si antes intentó deshacerse de Catalina y la jugada le salió bien, ahora el objetivo parece ser Manuel. Pero la gran pregunta es: ¿cómo piensa lograrlo? Aquí es donde la imaginación da un salto y se evoca una de las estrategias más astutas de la historia: el caballo de Troya. Como los griegos, que tras años de guerra idearon introducirse en Troya bajo la apariencia de un regalo inofensivo, Leocadia podría haber urdido su propio engaño. Y ese caballo, esa figura aparentemente inocente que entra sin levantar sospechas, podría no ser otro que Enora.

La joven apareció de pronto en La Promesa y luego en el hangar, siempre en el lugar adecuado, siempre con las palabras justas. Ha conseguido ganarse la confianza de Manuel y sembrar simpatía a su alrededor, pero la duda planea: ¿y si no es tan dulce como aparenta? ¿Y si en realidad es una infiltrada puesta allí por la mismísima Leocadia para vigilar, manipular y, llegado el momento, destruir desde dentro todo lo que Manuel ha construido? La idea suena descabellada, pero en esta historia donde los hilos del poder se mueven en secreto, nada puede descartarse. Sería, sin duda, la venganza perfecta: hacer que Manuel confíe en una persona que en realidad trabaja para su peor enemiga.

Es cierto que, en un principio, vimos que Leocadia y Enora no parecían conocerse. De hecho, la señora mostró un rechazo inicial cuando la joven comenzó a trabajar, dejando entrever un poso de machismo y desconfianza. Pero el tiempo puede haber cambiado las cosas. No sería extraño que Leocadia, con su habilidad para manejar el dinero como arma de soborno, haya encontrado la manera de doblegar la voluntad de Enora: un chantaje, una amenaza o simplemente un sobre repleto de billetes. Conociendo a la postiza, no hay duda de que es capaz de cualquier cosa con tal de lograr sus fines.

Los avances que se avecinan para la semana ya comienzan a insinuar esta posibilidad. Manuel, desconfiado, empieza a investigar quién es realmente Enora, y lo que descubre es inquietante: nadie la conoce en Luján ni en los alrededores. Es como si hubiera aparecido de la nada, sin pasado, sin raíces. Esa ausencia de referencias aviva aún más la sospecha: ¿qué esconde esta muchacha detrás de su sonrisa amable? El instinto de Manuel, que rara vez se equivoca, le dice que algo no encaja. Y es entonces cuando pone en marcha sus propias indagaciones, iniciando una auténtica caza de la verdad.

Pero no todo en esta historia gira alrededor de Manuel y Leocadia. Hay otros corazones en juego, y uno de ellos es el de Toño, el joven soñador que ya siente mariposas cada vez que ve a Enora. Su ingenuidad y nobleza lo convierten en una presa fácil. Si ella es realmente un caballo de Troya, el amor de Toño podría estar siendo usado como tapadera, un escudo perfecto para desviar sospechas. Aquí surge otro paralelismo inquietante: el de Mata Hari, la espía más famosa de la historia, que convirtió el amor en un arma de infiltración. ¿Podría ser Enora la Mata Hari del hangar? ¿Estaría utilizando el afecto genuino de Toño como disfraz para sus verdaderas intenciones?

El solo pensarlo resulta doloroso. Toño es noble y sincero, y la decepción que sufriría si descubriese que todo ha sido un juego sería devastadora. Candela y Simona, por su parte, lo animan en su ilusión y ven con buenos ojos esa posible unión, sin imaginar que detrás podría esconderse una trampa mortal. La situación se vuelve aún más ambigua: por un lado, Enora se muestra encantadora y gana complicidades; por otro, su sombra crece con cada misterio que la rodea.

La promesa - Temporada 4 - Episodio 645

La pregunta inevitable se instala en la trama: ¿estamos frente a un simple romance complicado o ante una de las venganzas más calculadas que jamás se hayan visto en La Promesa? Las piezas parecen encajar en una dirección: Leocadia está moviendo los hilos desde la penumbra, utilizando a Enora como arma silenciosa. Y no debemos olvidar aquella conversación con su amante Rasputín, en la que ella misma confesó tener grandes planes para La Promesa. Todo indica que su ambición no conoce límites: ha llegado para quedarse con todo, sin importar el precio ni las víctimas.

El tiempo corre y la tensión se incrementa. Manuel sospecha, pero ¿podrá descubrir la verdad antes de que sea demasiado tarde? ¿Logrará desenmascarar a Enora y frustrar los planes de Leocadia? ¿O terminará atrapado en la trampa que ella ha tejido con tanta maestría? La incógnita sobre la verdadera identidad y lealtad de Enora se convierte en el núcleo de un conflicto que podría cambiarlo todo: los destinos de Manuel, de Toño y, en definitiva, de todo el palacio.

Lo único claro es que, en La Promesa, no todo ocurre a plena luz del día. Entre sus muros se esconde una guerra silenciosa donde la dulzura puede ser fachada, el amor un disfraz y la venganza, el motor oculto que amenaza con arrasarlo todo.