El secreto en la habitación: Catalina abandona la promesa | Preestrenos 13 y 14 de septiembre
Tre giorni è il tempo che Manuel concede al palazzo per accettare l’impensabile
El palacio se encuentra en un estado de agitación constante mientras se aproxima la fecha del matrimonio entre Manuel y Hann. Manuel ha dado un plazo de tres días para que todos acepten lo que parece impensable: su unión con Hann. El anuncio de la boda ha generado tensiones inesperadas, poniendo a prueba la paciencia, los secretos y la lealtad de cada miembro de la familia Luhan y del personal del palacio.
Padre Samuel será quien oficie la ceremonia, pero mientras los preparativos avanzan, los pasillos subterráneos de la verdad comienzan a revelar secretos que podrían alterar el equilibrio de la familia. Riccardo, sumido en un torbellino de emociones tras leer una carta de su difunta esposa, revive recuerdos dolorosos y culpabilidades que creía enterradas. La misiva reabre viejas heridas y despierta sentimientos que lo desestabilizan, afectando su capacidad de cumplir con sus tareas diarias, justo cuando el palacio requiere máxima concentración para la gran celebración. Petra, siempre observadora, percibe de inmediato la distracción de Riccardo y no duda en reprocharle con severidad, recordándole la importancia de mantener la compostura ante un evento tan crucial. Las palabras de Petra, frías y firmes, aumentan la incomodidad de Riccardo, que opta por permanecer en silencio, incapaz de confesar a Santos el origen de su perturbación.
Romulo, percibiendo que el comportamiento de Riccardo tiene raíces más profundas, decide intervenir con cautela, buscando un momento apropiado para ofrecerle apoyo y comprensión. Mientras tanto, Cruz sigue manifestando su desaprobación hacia la boda, considerándola no solo un error sentimental, sino un golpe a la reputación de la familia. A pesar de sus insistentes intentos, Alonso, resignado, acepta que su hijo está decidido a casarse y no pretende interponerse en su felicidad.
Desesperada, Cruz recurre a su última carta: imponer restricciones que podrían arruinar el día de la boda. Ana, que había invitado con entusiasmo a toda la servidumbre para compartir la ceremonia, se enfrenta a la prohibición de Cruz, que considera inconcebible mezclar familia y criados en una ocasión tan solemne. La decisión hiere profundamente a Hann y a los sirvientes, quienes ven cómo su presencia es vetada en un día que debía celebrarlos a todos. Simona y María Fernández, aunque dolidas, buscan mantener la dignidad y centrarse en la felicidad de Ana. Petra, en cambio, apoya sin vacilar la posición de la marchesa, recordando que estas son reglas de palacio y que los sirvientes deben permanecer al margen.
Manuel, incapaz de soportar la injusticia, defiende a Ana frente a su madre, denunciando la perpetuación de divisiones de clase que considera obsoletas. Cruz, firme en su obstinación, intensifica la tensión dentro del palacio, mientras Alonso se ve atrapado entre la intransigencia de su esposa y la determinación de su hijo, sin lograr mediar eficazmente. La pregunta que todos se hacen ahora es si Manuel y Hann lograrán superar este último obstáculo antes de unir sus vidas en matrimonio.
En medio de estos conflictos surge la figura de Leocadia, una mujer perceptiva que pronto descubre las contradicciones en las historias que Cruz difunde sobre Hann. Al enfrentarla directamente, Leocadia pone a Hann frente a una incómoda interrogante: ¿es verdad lo que se dice de su pasado o hay otra historia oculta? Hann se siente sorprendida por la franqueza de Leocadia y duda si confiar en ella. Abrirse significaría arriesgarse a fortalecer indirectamente a Cruz, mientras que callar podría privarla de una aliada inesperada. Leocadia, percibiendo la vacilación de Hann, suaviza su tono, mostrando un lado alentador que invita a la joven a considerar su sinceridad.
Paralelamente, Catalina sufre la presión de la familia y de la sombra constante de la marchesa. Decidida a proteger el honor y la integridad de su futuro hijo, contempla la posibilidad de abandonar el palacio temporalmente y refugiarse con su tía Clara, lejos de la mirada severa de su padre y de los murmullos del entorno. Manuel, angustiado por la situación de su hermana, comparte su preocupación con Curro, reflexionando sobre la ironía de que una familia debería ser un refugio, pero en su caso no solo falla en proteger, sino que incluso obliga a una hija embarazada y humillada a buscar consuelo fuera de casa.
Mientras tanto, Pia insiste con Riccardo para que confiese la verdad a Santos sobre su madre. Sabe que el secreto ha pesado demasiado sobre él, erosionando tanto la relación con su hijo como la que mantiene con ella. Riccardo, atrapado entre el miedo y la necesidad de liberarse, escucha a Pia y se siente sacudido por la confianza que ella deposita en él. Comprende que ya no puede posponer la revelación, aunque Petra no pierde oportunidad para sembrar dudas sobre su credibilidad, recordando sus oscuros antecedentes y sugiriendo que solo causará daño. Aun así, Pia se mantiene firme a su lado, y Riccardo finalmente decide hablar con Santos, un acto que promete cambiar para siempre los equilibrios dentro del palacio.
El anuncio de la boda sigue perturbando a Cruz, cuya resistencia se vuelve cada vez más evidente. Sus intrigas ya no son un secreto, y todos en el palacio comprenden hasta dónde está dispuesta a llegar para impedir la unión. Hann y Manuel, conscientes de la intención de la marchesa, deciden acelerar los preparativos para asegurarse de que la ceremonia se celebre antes de que ella pueda intervenir. Sin embargo, Cruz impone al último momento una condición diseñada para dificultar la boda, una imposición que Hann no recibe con agrado.
En paralelo, la relación entre la criada Maria Fernández y el padre Samuel se vuelve más compleja. Tras un beso inesperado, el sacerdote intenta mantener distancia, pero la conversación que finalmente tienen promete cambiar la dinámica entre ambos y llevarlos a tomar decisiones importantes sobre su vínculo.
Simona y Candela, desde la zona de servicio, viven un frenesí de entusiasmo y organización. Decididas a presenciar el matrimonio de Hann, recuerdan con frustración la cancelación de la boda de Catalina y juran que esta vez todo será diferente. Catalina, mientras tanto, permanece sombría y reflexiona sobre su futuro, evaluando si es más seguro criar a su hijo lejos de la manipulación de Cruz.
Leocadia continúa jugando un papel decisivo. Aparentemente dispuesta a ayudar a la marchesa, en realidad busca revelar la verdad a Hann, advirtiéndole que no crea en las versiones de Cruz. Al mismo tiempo, Vera y Teresa descubren un pasadizo secreto en las habitaciones de Cruz, revelación que comparten con Lope y Marselo. La existencia de este acceso oculta nuevas posibilidades y amenaza con desvelar misterios que podrían cambiar la dinámica de poder dentro del palacio.
En este escenario cargado de tensiones, secretos y decisiones cruciales, todos esperan el momento en que Manuel y Hann puedan finalmente consolidar su unión, mientras la sombra de la marchesa y los pasadizos secretos mantienen a todos en constante incertidumbre. La pregunta permanece: ¿logrará el amor prevalecer sobre la intriga, la presión familiar y los secretos enterrados durante años?