Damián paga al sargento Zabalza para que deje a José en libertad – Sueños de Libertad
n el oscuro y tenso mundo de Sueños de Libertad, donde la lealtad y la traición a menudo se entrelazan, un acto desesperado puede cambiar el destino de un hombre. En este emocionante capítulo titulado “Damián paga al sargento Zabalza para que deje a José en libertad”, la historia se adentra en la complejidad de las decisiones morales y las consecuencias que estas pueden acarrear.

La situación crítica
La escena se abre en una noche oscura y tormentosa, con relámpagos iluminando el cielo. Damián, un hombre de principios pero también de acción, se encuentra en una encrucijada. Su amigo José ha sido arrestado bajo acusaciones falsas, y la presión para liberarlo se intensifica. “No puedo dejar que se pudra en esa celda”, murmura Damián para sí mismo, sintiendo la angustia en su pecho.
En su mente, la imagen de José, un hombre honesto y trabajador, atrapado en un sistema corrupto, lo atormenta. “Debo hacer algo. No puedo quedarme de brazos cruzados”, dice, decidido a actuar. Consciente de que la legalidad no le ofrecerá respuestas rápidas, Damián sabe que debe recurrir a métodos poco convencionales.
El encuentro con el sargento Zabalza
Damián se dirige a un bar oscuro y peligroso, donde se rumorea que el sargento Zabalza, conocido por su carácter corrupto y su disposición a aceptar sobornos, suele pasar sus noches. Al entrar, el ambiente es pesado, lleno de humo y murmullos. Damián localiza rápidamente al sargento, un hombre robusto con una mirada fría y calculadora.
“Zabalza”, dice Damián, acercándose con determinación. El sargento lo mira de reojo, levantando una ceja. “¿Qué quieres, chico? No tengo tiempo para juegos”, responde, su voz grave resonando en el bar. Damián siente un escalofrío, pero no se deja intimidar. “Quiero hablar de José. Necesito que lo dejes en libertad”.
Zabalza se ríe con desdén. “¿Y qué te hace pensar que puedo hacer eso? La ley es la ley, y tu amigo está donde debe estar”, responde, cruzando los brazos. Damián sabe que este es solo el comienzo de una negociación peligrosa. “Sé que puedes hacerlo. Solo necesito que lo pienses”, dice, intentando mantener la calma.
La propuesta arriesgada
Damián se sienta frente a Zabalza, el sudor perlándole la frente. “Te ofrezco un trato. Te pagaré para que lo liberes”, dice, midiendo cada palabra. La expresión de Zabalza cambia, y Damián puede ver el interés en sus ojos. “¿Cuánto estás dispuesto a ofrecer?”, pregunta, su tono más suave ahora.
“Todo lo que tengo”, responde Damián, sintiendo el peso de su decisión. “No tengo mucho, pero haré lo que sea necesario”. Zabalza sonríe, disfrutando del poder que tiene en este momento. “No es suficiente. Necesitarás más que eso si quieres que tu amigo vea la luz del día”, dice, inclinándose hacia adelante.
Damián siente que el tiempo se agota. “¿Cuánto necesitas?”, pregunta, su voz temblando. Zabalza se toma un momento para pensar. “Digamos que necesito diez mil pesos. Eso debería ser suficiente para hacer que desaparezca el caso”, responde, su mirada fija en Damián.
La lucha interna
Damián se siente abrumado. La cantidad es exorbitante, y sabe que no tiene esa suma a mano. “No tengo tanto dinero. Pero puedo conseguirlo”, dice, sintiendo la presión aumentar. Zabalza lo observa con desdén. “No tengo tiempo para promesas vacías. O me traes el dinero o tu amigo se quedará donde está”.
La decisión pesa sobre Damián como una losa. Sabe que está entrando en un territorio peligroso, pero la idea de dejar a José sufrir lo consume. “Haré lo que sea necesario”, afirma, sintiéndose impulsado por la lealtad hacia su amigo. “Te lo prometo”.
La carrera contra el tiempo
Damián sale del bar, su mente en caos. “¿De dónde sacaré tanto dinero?”, se pregunta, sintiendo la desesperación apoderarse de él. La noche avanza, y la lluvia comienza a caer, reflejando su estado emocional. Se dirige a casa, buscando soluciones, pero la realidad es dura.
Sabe que debe actuar rápido. La vida de José está en juego, y cada minuto cuenta. “Tal vez pueda pedirle ayuda a mis amigos”, piensa, sintiendo una chispa de esperanza. Se dirige a la casa de su viejo amigo Carlos, un hombre de negocios que podría tener acceso a fondos.
La conversación con Carlos
Al llegar a la casa de Carlos, Damián llama a la puerta con urgencia. “¿Damián? ¿Qué sucede?”, pregunta Carlos, sorpr