AVANCE DE SUEÑOS DE LIBERTAD, VIERNES 19 DE SEPTIEMBRE, ANTENA 3, CAPÍTULO 400, ¿DAMIÁN ENTREGA DIGNA?

Hola amigos, hoy les traigo el avance del capítulo 400 de Sueños de Libertad

El episodio número 400 de Sueños de Libertad comienza con una escena cargada de dolor y recuerdos para Damián. El hombre está destrozado, incapaz de asimilar la confesión que Digna le hizo la noche anterior. Sentado en su despacho, con el teléfono en la mano como si estuviera a punto de llamar a la Guardia Civil, se sumerge en un mar de lágrimas. Su mente lo transporta al pasado, a los momentos en que compartía la ilusión de un futuro junto a Digna. Recuerda con especial claridad aquel día en el que casi logra casarse con ella, un instante que quedó arruinado cuando su propio hijo Jesús lo presionó y lo obligó a cancelar la boda para devolverle el puesto de director de la fábrica. Esa amenaza, que destruyó sus sueños, regresa ahora con toda la crudeza, junto a la imagen del rostro de Digna marcado por la decepción en el día que debió ser de celebración.

Abrumado por esa mezcla de culpa y rabia, Damián finalmente suelta el teléfono y se derrumba en llanto. En ese instante aparece Manuela, alarmada al escuchar ruidos y sollozos desde el pasillo. La mujer se acerca y le suplica que le hable, que le diga si necesita ayuda, incluso le propone llamar a un médico. Intenta calmarlo, recordándole que tanto él como Digna siempre han sabido salir adelante pese a las dificultades. Pero Damián, consumido por el dolor, le responde con amargura que nada volverá a ser igual, que lo que antes los unía ahora los separará para siempre. Incapaz de controlar la rabia, comienza a arrojar objetos de su escritorio y abandona el despacho tambaleándose, dejando a Manuela desconcertada.

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Mientras tanto, en la casa de los Merino, Digna ha pasado la noche con sus hijos. Al verla por la mañana, Luis y Joaquín le preguntan sorprendidos si ha dormido allí. Ella, con voz cansada, explica que llegó muy tarde y no quiso molestarlos. Luis insiste en saber qué ha ocurrido, y Digna, con un aire de resignación, les responde que todo ha terminado para siempre. Ante la confusión de sus hijos, aclara que la noche anterior le reveló a Damián toda la verdad sobre la muerte de Jesús. Joaquín, alarmado, le reprocha su decisión, advirtiendo que su hermano o incluso Pedro podrían denunciarla. Pero Digna, con lágrimas contenidas, afirma que ya no podía más, que los años de culpa, de vivir bajo las amenazas y el maltrato de su marido, la habían convertido en una prisionera. Ahora, aun a riesgo de ir a prisión, siente la conciencia más tranquila.

Joaquín no logra comprenderla y recalca que ha cometido un error irreparable. Digna insiste en que el mayor error fue confiar en Pedro, permitirle encubrirla y atarse a él durante tanto tiempo. Luis, más sereno, le pregunta cómo reaccionó Damián al enterarse. La madre responde que seguramente no tardará en denunciarla, porque Jesús era su hijo, aunque Pedro quizá mantenga la esperanza de que regrese con él. Aun así, Digna siente que ha dado un paso del que no hay vuelta atrás.

En otro escenario, en la casa de don Pedro, Gabriel ha sido convocado. Don Pedro lo recibe con una carpeta que contiene su renuncia y la designación de Tasio como futuro director de la fábrica. Explica que el documento original está en manos de Irene, pero que él quiere asegurarse de que Gabriel lo revise. Sin embargo, lo que realmente busca don Pedro es conversar sobre su vida y sus recuerdos, especialmente sobre el dolor que arrastra desde la muerte de su hijo Mateo. Confiesa que ningún padre debería sobrevivir a un hijo y que ni siquiera su esposa soportó la tragedia.

El diálogo se torna más tenso cuando don Pedro empieza a hablar de la familia de Gabriel, señalando que Damián, su propio hermano, le negó ayuda a Bernardo de la Reina en el peor momento de su vida. Gabriel, a la defensiva, intenta negarlo, pero don Pedro insiste en que conoce secretos que lo prueban. Incluso asegura que Damián mató a su hermano en vida al rechazarlo y humillarlo. Gabriel se altera y exige explicaciones, pero don Pedro lo enfrenta con firmeza: “¿De verdad sabes quién es tu tío?” Estas palabras dejan a Gabriel confundido y lleno de dudas.

De nuevo en la casa de los Merino, Digna continúa sincerándose con sus hijos. Reconoce que el asesinato de Jesús, aunque accidental, siempre pesará sobre ella y que las autoridades difícilmente lo verán de ese modo. Joaquín se desespera al pensar en la posibilidad de que su madre vaya a la cárcel. Luis intenta buscar un lado positivo y considera que si la Guardia Civil aún no ha aparecido, quizá ni Pedro ni Damián la han denunciado todavía. Pero Digna no comparte ese optimismo y confiesa que se prepara para lo peor.

Más tarde, Digna anuncia que debe ir a hablar con Pedro para contarle también la verdad. Sus hijos se oponen, insistiendo en acompañarla, pero ella sostiene que lo hará sola porque ya no tiene nada que perder. Reconoce que su único consuelo es tener a sus hijos y a su nieta Julia, aunque ese amor la hace sufrir más al pensar en todo lo que podrían perder. Joaquín le recuerda que su padre la habría enfrentado sin piedad, pero Digna ya no quiere seguir discutiendo. Decide dar un paseo por el río antes de enfrentar a Pedro, como si quisiera despedirse de la vida que hasta ahora ha llevado. Con voz firme, anuncia que se encontrará con él cara a cara, para que sepa que lo ha perdido para siempre.

Paralelamente, la conversación entre Gabriel y don Pedro alcanza un punto álgido. Gabriel intenta defender a su padre Bernardo, alegando que fue él quien abandonó a su familia, pero don Pedro lo contradice, acusando directamente a Damián de haber destruido a su hermano por pura ambición. Gabriel, indignado, decide marcharse, pero don Pedro lo detiene y le habla de unas cartas que Bernardo le envió a Damián suplicándole ayuda. Según don Pedro, esas cartas demostrarían que Damián lo traicionó y lo condenó al olvido. Gabriel, sorprendido, no entiende cómo puede existir esa correspondencia, pero don Pedro lo reta a buscarlas para descubrir la verdad.

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Inquieto por estas revelaciones, Gabriel busca a María y la interroga, acusándola de haber compartido información con don Pedro. María, ofendida, lo niega categóricamente, asegurando que no tiene sentido que ella invente algo así. Gabriel, sin embargo, desconfía y la acusa de jugar a varios bandos. María le reprocha su injusticia, pero él la advierte de que tiene suficiente información para incriminarla si descubre que lo traiciona. María insiste en su inocencia y asegura que ni siquiera sabe de qué cartas hablaba don Pedro. Ambos quedan atrapados en un clima de sospechas y tensión.

El capítulo cierra con una sensación de incertidumbre total. Damián se encuentra hundido en la rabia y el dolor, mientras Digna se arma de valor para enfrentar las consecuencias de su confesión. Pedro, debilitado, mueve sus piezas en secreto, mientras Gabriel queda atormentado por la sombra de un pasado familiar lleno de secretos. La amenaza de las cartas y las denuncias pende sobre todos ellos como una espada que puede caer en cualquier momento, prometiendo que lo que viene será todavía más explosivo.