AVANCE DE SUEÑOS DE LIBERTAD, MARTES 16 DE SEPTIEMBRE, ANTENA 3, CAPÍTULO 397, PEDRO RECIBE EL PERDÓN…

✨ Hola amigos, hoy les traigo el avance del capítulo 397 de Sueños de Libertad

El esperado capítulo 397 arranca con una tensión que se palpa desde los primeros segundos, situándonos en el laboratorio. Allí, Luz entra con paso firme y una mirada cargada de enojo, después de haber descubierto toda la verdad sobre la oscura relación entre Digna y don Pedro. Sin titubear, se dirige directamente hacia Luis, y con voz tajante le pide hablar en privado. Luis, sorprendido por su actitud, responde con frialdad, recordándole que hacía mucho tiempo que no lo visitaba. Pero Luz no está para rodeos: lo interrumpe con un reproche directo, acusándolo de haberle ocultado la verdad sobre su madre y don Pedro. Dolida, le recuerda que incluso cuando notó la marca en el rostro de Digna, él no fue capaz de decirle nada.

Luis, perplejo, intenta defenderse preguntándole cómo se enteró de aquello, pero Luz, colérica, insiste en que eso no importa, que lo esencial es que su madre se encuentra atrapada con un hombre peligroso. Lo acusa de maltratador, de haber despojado a su hermano de la empresa y hasta de manipular la escena de un crimen. Luis intenta corregirla diciendo que se trató de un accidente, pero la joven no baja la voz y lo acusa de deslealtad, de no haber confiado en ella pese a que ella misma se sacrifica supervisando la salud de don Pedro.

Luis intenta justificarse alegando que él también se enteró hace poco, pero Luz no le cree. Le recrimina que esa no es una excusa válida, y que si calló fue por decisión propia. Ante tanta presión, Luis se defiende con un argumento desesperado: calló porque lo que ocurre podría considerarse un delito grave y temía que su madre terminara en prisión si todo salía a la luz. Luz, indignada, le lanza en cara que esa información la compartió con Gema y no con ella, lo que demuestra su falta de confianza.

Avance semanal de los capítulos 393 a 397 de 'Sueños de libertad' del 15 al  19 de septiembre en Antena 3: La mentira de María se acaba

El intercambio se torna aún más amargo cuando Luz le recuerda que ella guardó durante años el secreto de su identidad y que, si confió en él, esperaba lo mismo a cambio. Luis insiste en que sí confía en ella, pero Luz lo contradice: si de verdad confiara, le habría contado todo. Y para colmo, la discusión revive viejas heridas: Luz se queja de que desde que se casaron la relación parece asfixiarse, mientras Luis, con temor, le asegura que casarse con ella fue la mejor decisión de su vida. Ella le responde que entonces no entiende por qué la mantiene al margen de todo lo que ocurre en su familia.

La conversación escala aún más cuando Luz lo reta diciéndole que, si realmente quisiera a su madre, ya habría ido con Joaquín a rescatarla de la casa de don Pedro. Pero como lo único que hacen es callar y cubrir las miserias, ella se aparta, cansada de tanta cobardía.

Mientras tanto, la trama nos traslada a la casa de los Reina. Allí, Manuela acompaña a María a su habitación y se marcha. En el pasillo se cruza con Begoña, que va camino al cuarto de Julia. Sin embargo, un ruido extraño frente a la puerta de María despierta su curiosidad. Dentro, María, con enorme esfuerzo, intenta dar pasos cortos fuera de la silla de ruedas, sonriendo con emoción por su pequeño progreso. Pero el inconfundible sonido alerta a Begoña, que recuerda la ocasión en que Julia descubrió barro en los zapatos de María. Intrigada, decide entrar sin llamar. María, sorprendida y nerviosa, se apresura a sentarse de nuevo en la silla y con tono molesto le pide que no entre sin avisar.

Begoña, balbuceante, le explica que creyó escuchar pasos, pero María lo niega con dureza y, para despistarla, inventa que quizás se trate de ratones en el desván. Aunque Begoña acepta la explicación y se retira, el rostro de María deja ver una gran preocupación: su secreto está a punto de descubrirse.

La tensión crece todavía más en la casa de los Carpena. Digna duerme en el sillón mientras don Pedro, aquejado por dolores, le pide ayuda con un cojín. Ella, molesta, le recrimina que para eso tiene enfermera. Pero el momento se interrumpe cuando alguien golpea la puerta con insistencia. Al abrir, Digna se sorprende al ver a su hijo Luis entrar decidido. Sin perder tiempo, él deja claro que no está allí por don Pedro, sino por su madre.

Don Pedro, con ironía, se queja de la falta de piedad de Luis hacia un hombre moribundo. Pero Luis lo enfrenta sin miedo, acusándolo de chantajista y de retener a Digna contra su voluntad. Digna intenta calmarlo, pidiéndole que regrese en otro momento, pero Luis insiste con firmeza: está allí para llevarse a su madre. Don Pedro, con sonrisa desafiante, responde que Digna se quedará con él hasta su muerte, recordando los secretos que ambos comparten, incluso un homicidio que ella encubrió por amor.

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El enfrentamiento alcanza su punto álgido cuando don Pedro revela su carta bajo la manga: posee la confesión firmada de Jesús, donde no solo él mismo se inculpa, sino también Digna y su hijo. Una prueba suficiente para hundirlos a todos. Luis, incrédulo, lo desafía, pero don Pedro insiste en que no puede estar lejos de Digna ni un solo instante. Ante esta presión, Digna, con dolor, ruega a su hijo que se marche, resignándose a seguir al lado de su esposo. Luis, con tristeza, obedece, advirtiéndole que lo llame en cualquier momento. Don Pedro, triunfante, lo echa de la casa.

Más tarde, la historia nos lleva a un encuentro inesperado: Cristina visita a don Pedro. Él, debilitado y con fiebre, la recibe con una sonrisa agradecida, asegurando que su presencia es lo único bueno de su día. Sin rodeos, Cristina menciona la carta que recibió de él a través de Luz. Don Pedro, emocionado, le pide perdón, confesando que todo lo que hizo fue por el bien de su madre y de ella, aunque reconoce haberse equivocado.

Cristina, seria pero conmovida, le confirma que lo escrito en la carta parecía sincero. Entonces surge una de las preguntas más delicadas: si realmente desconoce el paradero de su padre biológico. Don Pedro asegura que lo ignora, y que si lo supiera, intentaría reunirlo con ella e Irene. Cristina, desconfiada, duda de sus palabras, pero él insiste en que, estando al borde de la muerte, no tiene nada que ganar con una mentira. Entre lágrimas, le suplica no morir sin antes enmendar sus errores y pide la presencia de ambas hijas a su lado.

Cristina, con el corazón dividido, le dice que no puede hablar en nombre de Irene, pero que al menos por su parte lo perdona. Don Pedro, profundamente agradecido, le responde con ternura, consciente de que quizá esa sea la última muestra de compasión que recibirá antes de su final.

Este episodio nos muestra cómo cada personaje se debate entre el peso de los secretos, la necesidad de lealtad y el dolor de las traiciones, abriendo la puerta a un futuro donde nada volverá a ser igual.