Jana fa un inquietante ritrovamento nella stanza segreta: Dolores è viva! | ANTICIPAZIONI E SPOILER

🔮 La Promesa: El Retorno de Dolores y la Maldición Oculta del Palacio 🔮

El eco de los secretos vuelve a resonar entre los muros de La Promesa, ese lugar donde nada muere del todo y donde incluso los fantasmas parecen esperar su momento para regresar. Esta vez, todo comienza con un hallazgo inquietante en la misteriosa habitación sellada tras el dormitorio de la marquesa, un espacio que ya se ha convertido en el epicentro de los misterios más oscuros de la finca. Ana Expósito, empujada por una mezcla de curiosidad y coraje, decide adentrarse una vez más en ese cuarto prohibido, donde el polvo del tiempo cubre objetos cargados de historias silenciadas.

El aire dentro de la habitación es pesado, como si cada rincón guardara un suspiro atrapado. Desde que los llamados “cuatro magníficos” —Vera, Lope, Mauro y Teresa— descubrieron este lugar, la trama del palacio ha cambiado para siempre. En cada visita, algo nuevo emerge: una carta, una fotografía, un olor familiar… Pero esta vez, lo que aparece es una mancha de sangre en un viejo tapete enrollado junto a la cama del antiguo marqués. Un detalle que podría parecer insignificante, pero que amenaza con abrir heridas que el tiempo nunca logró cerrar.

Hanna, movida por su instinto y la necesidad de entender su propio pasado, examina la escena y repara en otros objetos olvidados: una cuna cubierta con una sábana amarillenta, un baúl con papeles firmados por “Lola”… Un nombre que hace temblar sus manos, porque ya ha descubierto que “Lola” no es otra que Dolores, su madre. Aquella mujer que todos daban por muerta desde el ataque en el bosque, cuando fue perseguida por los hombres encapuchados y separada del pequeño Curro. Las imágenes de ese día, mostradas en el primer episodio, parecían definitivas… hasta hoy.

El hallazgo cambia todas las certezas. Ana y Hanna comienzan a pensar que Dolores pudo sobrevivir. Quizás, herida, logró refugiarse en esa habitación secreta, ayudada por alguien de confianza —quizás Rómulo, que siempre mostró piedad hacia ella—. La sangre en el tapete podría ser la prueba de esa huida desesperada. La idea de que su madre aún esté viva desestabiliza a Hanna por completo. La promesa que se hizo de niña —descubrir la verdad y reunir a su familia— vuelve a arder en su corazón.

La Promessa Anticipazioni 18 settembre 2025: Manuel e Jana finalmente sposi  ma le nozze andranno come

Pero hay otra interpretación, más oscura y perturbadora: ¿y si esa sangre no pertenece a Dolores… sino a Tomás de Luján? Todos recuerdan aquel crimen silenciado, cuando Cruz lo asesinó con un abrecartas, y Petra, obediente y cómplice, limpió el tapete manchado para ocultar toda evidencia. Si ese mismo tapete fue escondido aquí, podría ser la prueba definitiva que incrimine a la marquesa. Un solo fragmento de tela bastaría para destruir el imperio que ella ha mantenido a base de miedo, manipulación y mentiras.

Sea cual sea la verdad, ambas hipótesis tienen un peso devastador. Si Dolores vive, regresará para ajustar cuentas y revelar lo que Cruz ha intentado sepultar durante años. Si, por el contrario, la mancha pertenece a Tomás, la justicia podría finalmente caer sobre la mujer que se ha creído intocable. En cualquier caso, La Promesa está a punto de presenciar su ruina.

Hanna, con los ojos llenos de determinación, comprende que este hallazgo es la llave para derribar el castillo de mentiras que domina la finca. Pero a medida que su investigación avanza, las tensiones en el palacio se multiplican. Cruz siente que algo se le escapa, y su carácter —ya cruel y autoritario— se vuelve más peligroso. En los salones, el aire se corta con cuchillo: todos perciben que algo grande está por estallar.

Mientras tanto, Alonso de Luján, cansado de años de humillaciones, finalmente pierde la paciencia. Su matrimonio con Cruz se desmorona entre reproches y secretos. El marqués, hombre de honor y tradición, no soporta descubrir que su esposa ha manipulado a su sobrina Martina con el único propósito de quedarse con su parte de La Promesa. El amor fraternal hacia Fernando, su difunto hermano, lo empuja a enfrentarse a Cruz. Pero ella, maestra en el arte del fingimiento, cambia de tono en un segundo: finge remordimiento, derrama lágrimas falsas y promete rectificar. Sin embargo, detrás de su aparente docilidad, ya maquina su próximo movimiento.

La marquesa decide reclutar a un nuevo aliado: Jacobo, el prometido de Martina. Lo convoca al palacio con la excusa de discutir los preparativos de boda, pero su verdadero propósito es convencerlo de persuadir a su novia para vender el 25% de la finca que heredó de su madre, Margarita López.

El reloj del palacio marcará casi la medianoche cuando todo comience. Un silencio denso envolverá La Promesa, y solo el leve murmullo del viento entre los jardines acompañará los pasos apresurados de Ángela, que se deslizará entre las sombras con el corazón acelerado. Llevará un manto oscuro y una mirada decidida: aquella noche no hay vuelta atrás. En el patio, Beltrán la esperará con una mezcla de ansiedad y celos mal disimulados. Él lo sabe: no puede detenerla, por más que le duela. “¿Estás segura de que quieres hacer esto?”, preguntará con voz contenida. Ella lo mirará directamente a los ojos, con una firmeza que nunca había mostrado. “Prometí cumplir mi palabra, Beltrán, pero también me prometí a mí misma que tendría un último momento con él. Después… haré lo que sea necesario.”

Con una resignación amarga, Beltrán se apartará. “Entonces ve, pero vuelve antes del amanecer. Quiero que vuelvas.” Ángela asiente con un suspiro, sabiendo que esas palabras esconden una súplica más profunda. “Volveré”, responderá con voz firme, aunque en su interior no esté tan segura.

Minutos después, en la entrada lateral del palacio, Curro la espera nervioso, con el rostro iluminado por una lámpara tenue. Al verla, sonríe, aliviado. “Pensé que no vendrías.” “No me iría sin despedirme de ti”, responde ella, y esa frase marca el inicio de su huida. Juntos cruzan los límites de La Promesa, dejando atrás las reglas, las miradas y los muros que los separaban. El camino hacia las montañas se vuelve un refugio para su amor imposible, un viaje silencioso bajo un cielo cubierto de estrellas.

Durante horas cabalgan sin hablar, pero sus manos se rozan de vez en cuando, temblorosas, y ninguno intenta apartarse. Cuando el amanecer empieza a teñir el horizonte, llegan a lo alto de una montaña donde una pequeña cabaña de madera los espera. “Es aquí. Nadie nos encontrará”, dice Curro con una sonrisa tímida. Ángela observa el paisaje nevado con los ojos brillantes. “Parece un sueño.” Dentro, el fuego arde en la chimenea, iluminando sus rostros mientras se sientan uno junto al otro. Hablan del pasado, de los miedos y de los sueños que nunca se atrevieron a confesar. “Si el mundo fuera otro”, murmura Curro, “te llevaría lejos, donde nadie pudiera obligarte a nada.” Ella le responde suavemente: “Si el mundo fuera otro, me iría contigo sin pensarlo.”

La Promesa - Temporada 4 - Episodio 674

La noche cae lenta. Afuera, la nieve comienza a cubrir la montaña. Ángela abre la puerta y contempla el paisaje blanco. Curro se acerca, la envuelve con su manto y le susurra: “Es hermoso, pero no tanto como tú.” Permanecen así, abrazados, observando la nevada, congelando el tiempo en un instante de paz. Por unas horas, el amor prohibido se convierte en la única verdad posible.

Al amanecer, el sol ilumina el refugio. Durante varios días, Ángela y Curro viven alejados del mundo: caminan por los bosques, ríen, se mojan en cascadas cristalinas, y cada palabra compartida parece curar las heridas del alma. “Es el lugar más hermoso que he visto”, dirá ella mirando la caída del agua. “Y pensar que casi no te traje”, responde él entre risas. El amor los envuelve con una ternura que no habían conocido jamás.

Pero todo sueño tiene su final. En el séptimo día, el aire se vuelve más frío y la tristeza empieza a filtrarse entre ellos. Sentados en el porche, observan el atardecer sin hablar. Ángela rompe el silencio: “Mañana estaré de vuelta en el palacio, casada con un hombre al que no amo.” Curro aprieta los puños. “No digas eso.” Ella lo mira con amargura. “Le di mi palabra a Beltrán. No puedo romperla.” Curro se levanta, desesperado. “¿Y qué somos nosotros entonces?” Ella baja la mirada. “Solo un bonito recuerdo.”

Pero él no puede aceptarlo. “No, Ángela. Todavía tenemos una elección. Cásate conmigo primero.” Ella lo mira, incrédula. “¿Qué?” “Cásate conmigo, en secreto. Si estamos casados, nadie podrá obligarte a casarte con otro.” Ella retrocede, confundida. “Hablas de algo imposible.” Curro toma sus manos. “Si lo hacemos, seré tu marido, y Leocadia no podrá usarte como moneda.” Ángela lo observa en silencio y luego, con una mezcla de tristeza y valentía, dice: “El matrimonio no me protegerá, Curro. Solo hay una cosa que podría hacerlo.” Él frunce el ceño. “¿Qué cosa?” Ella lo mira fijamente. “Un embarazo. Si estuviera esperando un hijo tuyo, nadie podría casarme con otro hombre.”

Curro retrocede horrorizado. “Ángela, eso es una locura.” Ella insiste: “Es la única manera.” Pero él niega con fuerza. “No puedo permitirlo. No así. No quiero que te destruyas por mí.” Ella, dolida, lo acusa: “¿Entonces amarte también es un error?” Las lágrimas de ambos se confunden con la lluvia que golpea los cristales. La discusión termina con un silencio devastador. Al amanecer, el fuego se ha apagado y solo queda el eco de lo que fue.

El regreso al palacio es lento y sombrío. Ninguno se atreve a hablar. Cuando La Promesa aparece en el horizonte, Ángela aprieta la mano de Curro. “Ahora es cuando todo cambia.” Él responde: “No importa lo que pase, estaré aquí.”

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