La Promesa: Leocadia enfrenta a Lorenzo mientras Curro rescata a Ángela
🔴 Leocadia enfrenta a Lorenzo mientras Curro rescata a Ángela. La Promesa se sumerge en un torbellino de secretos y amenazas
El ambiente en La Promesa se ha vuelto tan denso que apenas se respira. Cada rincón del palacio parece impregnado de angustia desde la desaparición de Ángela, que ha pasado de ser un rumor inquietante a convertirse en un grito silencioso que corroe la paz de todos. Los criados ya no trabajan con la misma energía de antes: sus pasos son lentos, sus miradas se pierden en el vacío, y hasta los guisos de Simona y Candela carecen de sabor, incapaces de reconfortar a nadie.
Ni siquiera el marqués Alonso logra mantener la compostura. Aunque aparenta rigidez, la tensión se nota en su rostro endurecido y en su mandíbula crispada. Pía apunta las tareas con mano temblorosa, como si hablar demasiado fuerte pudiera desencadenar un desastre. Manuel, mientras tanto, busca refugio en sus planos de aviación, pero su mirada siempre termina desviándose hacia los pasillos, esperando inútilmente ver aparecer a la joven desaparecida.
De todos, quien más sufre es Leocadia. Aparenta serenidad, pero en soledad se quiebra, consumida por la culpa y el miedo. Sabe que Lorenzo es el responsable, pero no se atreve a acusarlo: él conoce los secretos más oscuros de su pasado, pecados capaces de arruinar su vida para siempre. Y lo peor es que la desaparición de Ángela es solo otra jugada calculada de ese capitán implacable para someterla.

Incapaz de soportar más la incertidumbre, Leocadia enfrenta a Lorenzo directamente. Lo encuentra en sus aposentos, disfrutando de un vino con la misma calma de siempre, como si todo lo que ocurre fuera un simple entretenimiento. Con coraje, le exige que devuelva a su hija. Él, burlón, le revela su plan: Ángela solo regresará si accede a casarse con él. Para Lorenzo, la joven es su “garantía”, su póliza de seguro. La madre, horrorizada, lo desafía con valentía, amenazando con denunciarlo. Pero el capitán contraataca recordándole sus pecados: fue ella quien, consumida por la envidia, conspiró contra Jana. Si Leocadia intenta delatarlo, él arrastrará su nombre al fango y revelará toda la verdad. La tensión entre ambos estalla en una batalla de reproches, dejando claro que están atrapados en un duelo sin salida.
Mientras esta confrontación sacude al palacio, Curro no soporta la espera. Se siente devorado por la impotencia, convencido de que Lorenzo está detrás de todo. Confiesa su sospecha a Pía, quien lo anima a seguir al capitán con cautela: la arrogancia de Lorenzo lo traicionará tarde o temprano. Así, una noche, Curro lo persigue en secreto hasta el bosque. Lo ve entrar en una vieja cabaña oculta, cerrar con candado y marcharse. El joven aprovecha la ocasión, rompe la cerradura y descubre la desgarradora escena: Ángela, exhausta, encadenada por días de cautiverio, con marcas en el rostro y apenas consciente.
Entre lágrimas, Curro la libera y la sostiene entre sus brazos. Ella apenas logra susurrar su nombre, incrédula de que haya ido a rescatarla. Con ternura y desesperación, él promete que nada ni nadie volverá a separarlos. La ayuda a caminar de regreso al palacio, atravesando el bosque oscuro hasta que las luces de La Promesa aparecen a lo lejos como un faro de esperanza.

El reencuentro con Leocadia es sobrecogedor. La madre, que había estado al borde del colapso, rompe en llanto al abrazar a su hija, sintiéndola frágil pero viva. Incluso deja de lado su orgullo para agradecer a Curro con sinceridad: reconoce que le debe la vida de Ángela. Poco después llega Alonso, impactado por el estado de la muchacha y decidido a hallar al culpable. Pero Ángela, entre lágrimas, finge una historia sobre un encapuchado que la atacó, ocultando la verdad por miedo a las represalias de Lorenzo.
Aunque todos aceptan la explicación, Curro sospecha que hay algo más. En su corazón, sabe que el verdadero enemigo tiene nombre: Lorenzo de la Mata. El capitán, al enterarse de que sus planes se arruinaron, explota en furia y amenaza con arrastrar a Leocadia a la ruina si alguien lo delata. La guerra apenas comienza, y las máscaras empiezan a caer.
Un secreto terrible, capaz de arrasar con toda la casa Luján, late en silencio bajo la superficie. El rescate de Ángela trae alivio momentáneo, pero también inaugura una etapa mucho más peligrosa. Porque en La Promesa, cada victoria parece traer consigo una amenaza aún mayor.