THE PROMISE Thursday, September 4 at 6:10 PM Preview of episode 669 || TVE Series
Los fantasmas del pasado regresan y Lorenzo acorrala a Leocadia: avance explosivo del capítulo 669 de La Promesa
La tarde en el palacio de La Promesa se prepara para recibir un torbellino de intrigas, miedos y revelaciones. El capítulo 669, que se emitirá el jueves 4 de septiembre, promete ser decisivo en el rumbo de los personajes, ya que los fantasmas del pasado vuelven a golpear con fuerza, las pruebas falsas aparecen como dagas envenenadas y la desesperación de los Luján crece minuto a minuto.
Todo comienza con el regreso de Federico, el hijo del duque de Carril, que irrumpe en escena dispuesto a alterar la frágil estabilidad de su hermana. El encuentro con Vera no es un abrazo de reconciliación, sino una conversación cargada de reproches y amenazas veladas. Federico le deja claro que el castillo de certezas que ella había construido en torno a su familia se tambalea, y que nada ni nadie podrá borrar lo que ocurrió en el pasado. Vera, que temía precisamente este momento, se siente de nuevo atrapada en el mismo miedo que confesó hace semanas a Teresa: que su hermano la delate ante su padre, don Gonzalo de Carril. La joven, que intentaba rehacer su vida junto a Lope, comprende que el regreso de Federico puede convertirse en su peor pesadilla.
Mientras tanto, en otro rincón del palacio, la tensión entre primas vuelve a resurgir. Catalina, todavía herida por los insultos que el varón de Valladares lanzó contra ella y que escuchó de boca de su prometido Jacobo y de Martina, busca consuelo en su marido Adriano. Sin embargo, él le resta importancia y le pide que no se deje llevar por palabras de un hombre despechado. Catalina se siente desamparada: esperaba apoyo, pero encuentra indiferencia. No obstante, ella ha demostrado ser una mujer fuerte, una noble distinta a las de antaño, símbolo de una nueva generación que no se arrodilla ante el viejo orden. Y quizá por eso, precisamente, el varón la desprecia y busca humillarla.
La desaparición de Ángela sigue siendo el centro de todas las miradas. En el capítulo anterior, Lorenzo prometió a Leocadia que aportaría una prueba de que su hija seguía viva. Esa prueba llega en forma de una chaqueta, la misma que la joven llevaba el día en que desapareció. Ricardo aparece con la prenda en la zona de servicio, como si se tratara de un hallazgo casual. Todos se aferran a la esperanza de que Ángela aún respira, pero Curro no se deja engañar. Para él está claro que alguien colocó esa chaqueta deliberadamente, como parte de una maniobra retorcida para jugar con sus sentimientos. Y sabe exactamente quién es el responsable: Lorenzo de la Mata, el hombre capaz de manipular incluso el dolor de una madre con tal de conseguir sus objetivos.
En medio de este ambiente de miedo y sospechas, María Fernández abre su corazón a Samuel. La joven, todavía marcada por los días en que él desapareció sin dejar rastro, le confiesa el calvario que vivió: noches en vela, lágrimas sin consuelo y la insoportable angustia de no saber si volvería a verlo. Samuel pide perdón, pero María sigue dolida. Este intercambio sincero refleja la fragilidad de su relación: la incertidumbre de perder a alguien a quien amas. En paralelo, esa misma angustia consume a Curro por Ángela y a Leocadia por su hija. Todos se sienten atrapados en la misma red de incertidumbre y desesperación.
En el hangar, la relación de Toño y Enora se tambalea. Ella le reprocha que su acercamiento con Simona no fue sincero, que solo dio ese paso porque se lo pidió, no porque realmente le naciera del corazón. Toño, desbordado por las tensiones familiares, admite que no sabe qué hacer: si se acerca a su madre, mal; si se aleja, también. La joven, frustrada, sueña con una relación entre madre e hijo más sana, pero Toño siente que nunca podrá cumplir esas expectativas. La pareja entra en una espiral de reproches y distancias que amenaza con romperlos definitivamente. La sombra de Simona y sus secretos aún no revelados se cierne sobre ellos, y hasta que no se haga la verdad pública, las dudas seguirán carcomiendo su noviazgo.
En el terreno de los negocios, Leocadia muestra su astucia. Presenta a Manuel una cláusula en el contrato de venta que garantiza que seguirá siendo director técnico de la empresa durante al menos cinco años. Ella cree tenerlo todo bajo control, pero Manuel apenas presta atención. Con aparente indiferencia acepta los términos, aunque en realidad esconde sus verdaderas intenciones. Sus silencios son tan elocuentes como una declaración: trama un golpe maestro contra la postiza que podría dejarla fuera de combate. La aparente calma no es más que la antesala de una jugada que promete ser devastadora.
Por su parte, Pía y Ricardo viven una tregua amarga. Gracias a la intervención de Manuel, Cristóbal Ballesteros no puede despedirlos, pero la amenaza no ha desaparecido. El mayordomo, resentido, planea una nueva estrategia igual de cruel. Su obsesión con destruir la felicidad de los criados contrasta con su hipocresía, pues él mismo mantiene en secreto su relación con Leocadia. Se condena en nombre de la moral mientras oculta un romance que podría hundirlo. Esta doble cara no podrá sostenerse para siempre.
El clímax del capítulo llega con el cara a cara entre Lorenzo y Leocadia. El capitán, apodado por muchos como “el garrapata”, lanza un golpe brutal: acusa directamente a Leocadia de haber matado a Hann. Con esa acusación reabre heridas que parecían cicatrizadas y suma un peso insoportable a los hombros de la mujer. La desaparición de Ángela, la extorsión y ahora este recordatorio del pasado forman un círculo de hierro que amenaza con aplastarla.
Lorenzo no busca solo dinero, quiere destruir emocionalmente a Leocadia, someterla y humillarla. Pero la tensión tiene un límite, y todo indica que pronto alguien tendrá que poner freno a sus locuras. El capitán, obsesionado con casarse con Ángela, no duda en cruzar cualquier línea. La pregunta es cuánto tiempo más soportará Leocadia esta tortura y si encontrará el valor de volverse contra su verdugo.
La intriga queda servida. El capítulo 669 de La Promesa nos deja con un palacio en el que cada rincón esconde secretos, donde los lazos familiares se tensan hasta casi romperse, y donde el amor, la traición y la venganza se entrelazan en una red imposible de deshacer.