La Promesa, avance del capítulo 675 (lunes 15 de septiembre): Lorenzo acorrala a Leocadia
Avance ‘La Promesa’: Lorenzo acorrala a Leocadia (capítulo 675, lunes 15 de septiembre)
El capítulo 675 de La Promesa, emitido el lunes 15 de septiembre, se convierte en un hervidero de amenazas, chantajes y decisiones imposibles. En el centro del drama, Lorenzo presiona a Leocadia hasta el límite, obligándola a tomar una resolución que pondrá en juego el futuro de su hija Ángela. A la par, Catalina recibe una intimidación directa del barón de Valladares, y Pía se enfrenta al riesgo de ver su vida entera desmoronarse tras el ataque calculado de Cristóbal.
Desde el amanecer, la angustia se apodera de Leocadia. Lorenzo, con su paciencia agotada, la acorrala sin dar tregua: exige que ese mismo día se anuncie el compromiso entre Ángela y él. Lo que en apariencia plantea como una oportunidad de prestigio y seguridad para la joven, en realidad es un ultimátum disfrazado de favor. La madre de Ángela, atrapada entre el deseo de proteger a su hija y el miedo a la represalia del barón de Valladares, comprende que no hay escapatoria: o accede, o pone en riesgo sus vidas. Sus súplicas y argumentos caen en saco roto frente a la frialdad calculadora de Lorenzo, que la empuja a convertirse en cómplice forzada de un matrimonio que percibe como una condena.
La tensión crece cuando el capitán convierte el pequeño salón de lectura en una auténtica celda, dictando con voz suave pero afilada las condiciones: Leocadia debe convencer a su hija, apelando al deber y al sacrificio, y comunicarle antes de la cena que todo está listo para anunciar oficialmente la unión. La amenaza implícita de recurrir al barón de Valladares si ella se resiste hace temblar a la madre, que finalmente cede a medias, prometiendo una respuesta al caer la tarde. Sin embargo, su espíritu queda destrozado: salvar a Ángela supone, paradójicamente, sacrificarla.

Mientras tanto, en los pasillos de servicio, Lope intenta recuperar la cercanía perdida con Vera. Sus palabras, cargadas de nostalgia y desesperación, chocan contra el muro emocional que la joven ha levantado. Vera, cada vez más distante, rechaza cualquier intento de reconciliación, admitiendo con frialdad que quizás la mujer que él conoció nunca existió o ha quedado enterrada por las circunstancias. Teresa, testigo de este desencuentro, advierte a Lope de que debe aceptar que la antigua Vera ya no está, y que insistir solo le provocará más sufrimiento. Lope, sin embargo, sigue convencido de que detrás de esa coraza late aún la misma mujer, incapaz de renunciar a la esperanza.
Pero el secreto que consume a Vera la empuja a un camino radical: confiesa a su hermano Federico que ha tomado una decisión irrevocable. Está dispuesta a volver a casa y enfrentarse a su padre, un paso que supone reabrir heridas pasadas y exponerse a un enfrentamiento devastador. Aunque Federico le advierte de los riesgos, Vera insiste en que solo encarando ese infierno podrá liberarse del miedo y la mentira que la atenazan. Su hermano, comprendiendo la gravedad y firmeza de su decisión, promete apoyarla.
En otra parte del palacio, la estabilidad de Catalina tambalea con la llegada inesperada del barón de Valladares. Con su imponente presencia, el aristócrata irrumpe en su despacho para imponerle una orden tajante: debe abandonar La Promesa de inmediato. Lo que comienza como una conversación velada termina convirtiéndose en una amenaza clara. El barón le concede solo veinticuatro horas para decidir, asegurándole que, si no obedece, la vida en la hacienda se volverá insoportable: accidentes, ruina financiera y el desprestigio de su familia podrían ser las consecuencias inevitables. Catalina, aunque intenta mantener la compostura, siente el peso real de la vulnerabilidad. La guerra por La Promesa adquiere un nuevo rostro, y la joven queda sola ante un enemigo que juega con reglas despiadadas.

Al mismo tiempo, Pía Adarre lucha por sostener la fachada de normalidad que protege su frágil felicidad junto a Ricardo y su hijo Dieguito. Sin embargo, Cristóbal irrumpe como una sombra amenazante, descubriendo su secreto y enfrentándolos con dureza. Con tono implacable, los acusa de querer formar una familia ilegítima bajo el techo de los Luján, recordándoles que un escándalo semejante podría costarles no solo sus puestos, sino cualquier oportunidad de rehacer sus vidas. El ataque directo a su hijo desata la furia protectora de Pía, pero Cristóbal redobla su presión, asegurándoles que él mismo se encargará de arruinar su existencia si no ponen fin de inmediato a su relación.
En medio de esta confrontación, Manuel aparece y, percibiendo la tensión, se interpone en defensa de Pía y Ricardo. Con firmeza, declara que para él son intocables, lo que deja a Cristóbal sorprendido y visiblemente incómodo. Sin embargo, su advertencia final a Manuel deja claro que el conflicto apenas comienza.
Así, el capítulo se convierte en un crisol de dilemas imposibles: Leocadia se ve forzada a elegir entre el sacrificio o la supervivencia; Catalina queda bajo el filo de un ultimátum mortal; Pía y Ricardo enfrentan la amenaza de perderlo todo; y Vera, desgarrada por su pasado, decide volver al núcleo de su dolor para intentar hallar paz. Todo en La Promesa se tiñe de sombras, y cada personaje camina al borde de un abismo del que no todos podrán salir indemnes.