Hola amigos, hoy les traigo el avance del capítulo 393 de Sueños de Libertad

El esperado episodio 393 de Sueños de Libertad nos sumerge en un torbellino de emociones, secretos destapados y decisiones que cambiarán la vida de todos los personajes. La tensión entre lo familiar, lo sentimental y lo moral se hace cada vez más evidente, mostrando la fragilidad de los lazos humanos cuando el poder, el miedo y el dolor se mezclan en cada conversación.

La trama se abre con Cristina, que llega al despacho de Damián buscando respuestas. Con educación, se disculpa por interrumpirlo, pero explica que no podía esperar más para verlo. Damián la invita a sentarse y le asegura que no es una molestia. Ella expresa sus condolencias por la muerte de la madre de Tasio, lo que provoca un breve momento de recogimiento en Damián. Sin embargo, él mismo aclara que seguramente Cristina no había acudido solo para hablar de esa pérdida.

Con franqueza, Cristina confiesa su angustia: tanto ella como Irene están desesperadas por la falta de noticias de Pepe. No se trata únicamente de no saber dónde está, sino de la incertidumbre sobre si se encuentra bien o corre peligro. Explica que han intentado buscar información, pero sus esfuerzos han sido inútiles. Ante esto, Damián le pregunta sin rodeos si don Pedro ha tenido algo que ver en esa desaparición. Cristina responde que Pedro lo ha negado categóricamente, dejándolas aún más confundidas y llenas de miedo.

Damián se muestra comprensivo y recuerda que contactó con Pedro porque sabía cuánto deseaba Cristina conocer a su verdadero padre, aunque eso le costara su relación con Irene. Ella, lejos de reprochárselo, le agradece haber descubierto la verdad, aunque haya sido dolorosa. Esa sinceridad conmueve a Damián, que sonríe con gratitud al escuchar que la joven valora su gesto.

Animada, Cristina le pide un favor más: acceder a toda la información que obtuvo el detective privado al que Damián había contratado. Él le advierte que probablemente no encontrará nada nuevo, pero ella insiste en que incluso un detalle inadvertido podría darles una pista sobre Pepe. Finalmente, Damián accede, reconociendo la eficacia de aquel investigador. Con los documentos en mano, Cristina pide además su contacto directo, convencida de que si alguien puede encontrar a Pepe, es él. Damián revela que se llama Ángel Ruiz, aunque admite que no terminaron en buenos términos. Cristina, sin vacilar, promete encargarse personalmente de convencerlo.

Mientras tanto, en el laboratorio, Gema irrumpe alterada y se dirige a Joaquín y Luis. Les advierte que está preocupada por Digna, pues ya en dos ocasiones ha rechazado ir a comer con la familia, algo muy inusual en ella. Luis intenta justificar la situación, pero Joaquín lo interrumpe, dispuesto a escuchar a Gema. Ella confiesa que la razón de la ausencia de Digna es don Pedro, y agrega algo que sacude a los hermanos: vio un moretón en el rostro de su suegra, pese al maquillaje con el que intentaba ocultarlo.

La revelación desata la furia de Joaquín, que inmediatamente sospecha que Pedro ha maltratado a su madre. Luis, en un intento de calmar la situación, pide no sacar conclusiones apresuradas, pero Joaquín estalla y confiesa que Pedro ya lo había humillado antes, saboteando su trabajo para apartarlo de la dirección. Gema confirma que Digna le pidió silencio para no delatar a Pedro en su presencia, lo que deja claro que la situación es más grave de lo que imaginaban.

Preocupados, los hermanos deciden enfrentar la verdad. Joaquín trama un plan para hacer que su madre vaya a casa: la llama con la excusa de que Teo está enfermo y necesita de ella. Digna finalmente acude, pero al descubrir que todo era una artimaña, se siente engañada. Sus hijos no pierden tiempo y le preguntan directamente qué ocurrió en su rostro. Aunque intenta negar la agresión, la presión de Joaquín y Luis la obliga a admitir entre lágrimas que hubo una fuerte discusión con Pedro. Según explica, él perdió el control, la sujetó con violencia y, en medio del forcejeo, terminó golpeándose con la puerta.

Luis, enfurecido, quiere ir inmediatamente a enfrentarse a Pedro, pero Digna lo detiene, confesando con voz quebrada que está atrapada por él. Sus hijos no comprenden al principio, hasta que finalmente revela el terrible secreto: Pedro sabe que ella estuvo implicada en la muerte de su primo. Explica entre sollozos que durante una discusión, el primo la amenazó con un arma, y en su intento de apartarla, el disparo accidentalmente acabó con su vida. Pedro fue quien la ayudó a encubrirlo todo, y ahora la manipula con esa información, manteniéndola bajo su dominio.

Joaquín interviene para aclarar que Jesús fue quien tuvo el arma en todo momento y que su madre no debería cargar con esa culpa. Pero la realidad es que el secreto la mantiene encadenada a Pedro, y enfrentarse a él significaría arriesgarse a ir a la cárcel.

En otro punto de la historia, Irene se encuentra con Pedro en la fábrica. Ella se sorprende al verlo trabajando a pesar de que había regresado a casa a descansar. Pedro, visiblemente deteriorado, admite que cada día se siente peor y que la enfermedad avanza sin que haya nada que pueda hacer. Irene intenta consolarlo, mencionando que al menos cuenta con Digna a su lado. Sin embargo, Pedro, con un tono cargado de nostalgia, le confiesa que lo que más desearía es volver a tenerla a ella. Reconoce que en el pasado tomó decisiones equivocadas creyendo que eran por su bien, pero ahora entiende lo mucho que se equivocó.

Irene, conmovida, admite que su reacción inicial al descubrir la enfermedad fue dura y que le duele la distancia entre ellos. A pesar de todo lo sucedido, todavía siente que podría perdonarlo. Pedro, emocionado, le suplica que regrese a su lado, asegurando que es lo que más necesita en ese momento.

Irene, sin embargo, no cede del todo. Le explica que estaría dispuesta a volver y cuidarlo, pero con dos condiciones muy claras: que revele dónde está José y que deje en libertad a Digna, permitiéndole regresar con sus hijos. Pedro, incómodo, afirma que no sabe nada sobre José y que Digna está simplemente confundida. Irene lo desmiente, recordándole que ella también pasó por la misma manipulación.

La conversación se intensifica cuando Irene deja claro que esta vez las condiciones las pone ella. Pedro, incrédulo, protesta ante la osadía de que en su estado le imponga exigencias. Pero Irene, firme, insiste: solo volverá si cumple lo que pide. Dolido, Pedro acusa a Irene de falta de compasión, mientras ella le pide que lo piense con calma antes de responder.

Así concluye un capítulo cargado de verdades dolorosas, promesas tensas y decisiones que marcarán el rumbo de todos. La sombra de Pedro sigue extendiéndose sobre la familia, pero ahora más que nunca los lazos de amor y lealtad se ponen a prueba.