¿QUÉ LE OCULTA A CURRO? EL SILENCIO DE ÁNGELA || CRÓNICAS de La Promesa Series

¿Qué ocurre, López?

El silencio en los pasillos de La Promesa se quebró de golpe con un rumor que se extendió como pólvora: Ángela había vuelto. La sorpresa fue tan grande que nadie supo cómo reaccionar al principio. Días de incertidumbre, noches de insomnio y la angustia de no saber nada parecían terminar con esa noticia. Pero, como suele ocurrir en el palacio, lo que debería ser un alivio no llegó solo: la vuelta de la joven trajo consigo una carga de dolor, secretos y un misterio que amenazaba con desestabilizarlo todo.

López fue el primero en confirmar la noticia. Sus palabras, entrecortadas y nerviosas, despertaron la esperanza: “La señorita Ángela ha regresado”. Esa simple frase encendió un torbellino de emociones. ¿Dónde había estado? ¿Qué le había pasado? ¿Cómo era posible que, tras una semana entera de desaparición, reapareciera de pronto sin explicación alguna? La pregunta que flotaba en el aire era tan simple como aterradora: ¿en qué condiciones regresaba?

Avance 'La Promesa': ¡Leocadia fuera de control! en el capítulo 671 (9 de  septiembre)

Porque el regreso de Ángela no era una vuelta triunfal. Nada tenía que ver con el retorno alegre de alguien que se ha perdido en un paseo. No, lo suyo llevaba la marca del sufrimiento. Su cuerpo estaba débil, exhausto, apenas podía sostenerse en pie. Fue doña Leocadia quien la sostuvo casi en volandas hasta su habitación, con una expresión que mezclaba el alivio de tenerla de nuevo y la rabia de verla tan destruida.

Lo peor llegó cuando el médico reveló su diagnóstico. Durante su cautiverio, Ángela había estado privada de agua y comida. La deshidratación y la malnutrición eran evidentes. El rostro de la muchacha lo decía todo: un espejo de dolor y desamparo. La pregunta que todos temían pronunciar se volvió inevitable: ¿quién era capaz de algo así? Y todas las miradas, aunque en silencio, se dirigieron a Lorenzo de la Mata, el temido capitán Garrapata.

Y es que Lorenzo había aprovechado esos días de incertidumbre para lanzar un chantaje infame. Se presentó ante Leocadia con un ultimátum imposible: aceptar que se casara con Ángela o, de lo contrario, revelaría información comprometida sobre la muerte de Jana Expósito. Un secreto que, de salir a la luz, podría destruir para siempre la vida de la institutriz. El descaro de Lorenzo mostró su peor cara: ambicioso, calculador, sin escrúpulos. Usaba el dolor de una madre para doblegarla a su antojo.

Lo irónico de la situación fue que, en medio de ese chantaje, a Leocadia le volvieron recuerdos enterrados. Y con ellos, los espectadores conocimos detalles de los crímenes que había cometido en el pasado. La mujer que siempre se había mostrado como protectora y altiva reveló una faceta oscura, llena de secretos inconfesables. Pero aún con todo ese peso, ver a su hija en ese estado fue el golpe definitivo. Leocadia tragó saliva, contuvo la furia y, aunque por dentro ardía de odio hacia Lorenzo, se vio obligada a aceptar momentáneamente sus condiciones.

Mientras tanto, el resto del palacio vivió la búsqueda de Ángela como una carrera contrarreloj. Manuel, decidido a no quedarse de brazos cruzados, llegó a pilotar el avión del hangar con la esperanza de divisar desde el aire algún rastro de la joven. Fue un gesto valiente, pero también desesperado. Por tierra, las batidas organizadas por los criados y algunos vecinos del pueblo tampoco cesaron. La más emotiva fue la que protagonizó María Fernández. Ella, marcada por su propio secuestro a manos de Valentín, sintió en carne viva el recuerdo de su cautiverio. Esa memoria dolorosa no la frenó, sino que la impulsó a acompañar a Curro hasta la cueva donde ella misma había estado retenida. Juntos buscaron pistas de Ángela, pero lo único que hallaron fue un silencio sepulcral que pesaba más que las piedras del lugar.

Curro, por su parte, estaba dispuesto a todo. La angustia lo devoraba. Había prometido que si en 24 horas Ángela no aparecía, acudiría al sargento Burdina para denunciar a Lorenzo. Esa determinación lo llevó incluso a preparar su salida del palacio: vestido de calle, listo para marcharse, ya había tomado la decisión. Lo que él no sabía era que en ese preciso momento Ángela ya estaba de regreso. El destino parecía jugar con él, obligándolo a esperar un poco más para ese reencuentro que tanto anhelaba.

Y ese encuentro, cuando por fin se diera, no sería inmediato ni sencillo. Ángela llegó tan debilitada que apenas podía mantenerse consciente. Leocadia no permitió que nadie se acercara en un primer momento. Fue ella quien la cuidó y la instaló en su habitación, celosa de protegerla y, quizá también, de controlarla. Para Curro, eso significó una espera dolorosa. Veía cómo la mujer que amaba estaba a pocos metros de él, pero al mismo tiempo, a un mundo de distancia.

Los rumores dentro del servicio crecían. La imagen de Ángela apoyada sobre el hombro de su madre, con el rostro marcado por el sufrimiento, era difícil de olvidar. Todos coincidían en lo mismo: lo que había vivido había sido un infierno. Y lo más aterrador era que la verdad completa seguía oculta. ¿Dónde había estado? ¿Quién la retuvo? ¿Por qué Lorenzo aseguró que la liberaría justo en ese momento? Preguntas sin respuesta que añadían más tensión a una casa ya en guerra consigo misma.

El esperado reencuentro entre Curro y Ángela finalmente llegaría, pero no en el mismo capítulo de su regreso. La joven necesitaba descansar, y su madre vigilaba cada movimiento. Fue solo cuando Ángela logró quedarse a solas en su habitación, tumbada en la cama y mostrando señales de una leve recuperación, que Curro se coló para verla. Esa escena, tan íntima como conmovedora, los mostró tomados de la mano, como si ese contacto bastara para recordarse que, pese a todo, su amor seguía vivo.

Avance 'La Promesa': Ángela podría tener la clave contra Lorenzo (capítulo  673, jueves 11 de septiembre)

Sin embargo, lo que debería haber sido una nueva etapa en su relación se complicaba con la presencia constante de Leocadia. La madre de Ángela, manipuladora y controladora por naturaleza, no estaba dispuesta a dejar a su hija sola con Curro. A su miedo por las intenciones de Lorenzo se sumaba el deseo de mantener bajo su mando cada detalle de la vida de Ángela. Y así, lo que parecía un reencuentro destinado a fortalecer a la pareja, se convirtió en un nuevo obstáculo.

El amor de Curro y Ángela, que tantas veces había desafiado las normas sociales y los prejuicios del palacio, ahora se veía amenazado por algo más íntimo y cruel: la vigilancia de una madre herida y los secretos que esa misma madre ocultaba. Los planes de fuga y las promesas de libertad quedaron suspendidos. Lo único que les quedaba era resistir dentro del propio palacio, rodeados de sospechas y bajo el peso de la incertidumbre.

¿Podrán Curro y Ángela mantener vivo su amor en medio de tantas sombras? ¿Se verán obligados a vivirlo en secreto, fingiendo indiferencia ante los demás? ¿O las circunstancias los arrastrarán poco a poco hacia una separación inevitable? Lo cierto es que su historia se enfrenta ahora a la prueba más dura: demostrar que el amor verdadero no solo necesita promesas, también necesita coraje.

Y en La Promesa, donde cada secreto tiene un precio y cada paso está vigilado, ese coraje será la única arma que les quede.