🎃EL PALACIO MALDITO: EL RETRATO QUE TRAE LA DESGRACIA 👻 || LA PROMESA INVESTIGA #LaPromesa #series
Martina y la carta falsa: la venganza de Leocadia sacude La Promesa
El nuevo capítulo de La Promesa se ha convertido en uno de los más intensos y reveladores de la temporada. Lo que parecía una historia de desamor y rutina ha estallado en una tormenta de engaños, manipulación y redención. Las paredes del palacio ya no solo guardan secretos, sino que son testigos de una guerra fría entre la verdad y la mentira, donde cada palabra puede ser un arma y cada gesto, una traición.
Martina, profundamente herida por la distancia creciente de Jacobo, intenta salvar su relación con ternura y esperanza. Pero el silencio helado de su prometido se convierte en un muro imposible de derribar. Mientras ella se consume en la tristeza, Leocadia —la matriarca que todo lo controla— observa desde las sombras, calculando cada movimiento. Su mirada no es de compasión, sino de estrategia. Para ella, cada persona del palacio es una pieza de ajedrez, y Martina, demasiado pura y cercana a Catalina, representa una amenaza para su imperio.
El detonante de esta nueva trama llega con la revelación de que una carta, supuestamente enviada por Catalina, nunca existió. Esa pequeña grieta en la verdad se convierte en el punto de partida de una venganza perfectamente urdida. Leocadia decide actuar con frialdad y precisión: su próximo objetivo será Martina. Para ello, necesita un instrumento débil, alguien fácil de manipular. Y lo encuentra en Petra, el ama de llaves, a quien Cristóbal ha puesto contra las cuerdas con un ultimátum que amenaza con destruir su vida.

Aprovechando su desesperación, Leocadia ofrece a Petra una salida tentadora: su ayuda para conservar el trabajo, a cambio de un “favor”. Ese favor se convierte en el núcleo de la intriga: una carta falsificada con la letra de Martina, dirigida a Adriano, llena de confesiones amorosas y burlas crueles hacia Jacobo. Una trampa perfecta destinada a destruir la reputación de la joven y romper su compromiso. Petra, temblando entre la culpa y el miedo, acepta. Esa noche, deposita la carta en el escritorio de Jacobo, sintiendo cómo cada paso la hunde más en el abismo moral.
Al día siguiente, la explosión es inmediata. Jacobo encuentra la carta, y su rabia se desata sin freno. Cegado por el orgullo y los celos, irrumpe en la biblioteca donde Martina conversa con Adriano. Sin escuchar explicaciones, la acusa de infidelidad y humillación. Sus palabras, cargadas de furia, hieren como cuchillos. Martina, desconcertada, apenas logra defenderse. La relación se rompe en un instante, dejando tras de sí un silencio mortal y una mujer rota.
Leocadia, satisfecha, celebra su triunfo en silencio. Su sonrisa fría anuncia que ha ganado una batalla más. Pero lo que ignora es que su red de mentiras comienza a deshilacharse. Adriano, movido por la indignación, se propone descubrir la verdad. Su mente analítica detecta incongruencias en la carta: el tipo de tinta, la textura del papel, pequeños detalles que no encajan. Con paciencia y ayuda de Lope, el cocinero, encuentra una pista reveladora: la tinta utilizada en la carta tiene una composición distinta a la que Martina usa habitualmente. Es un hallazgo mínimo, pero suficiente para encender la sospecha.
Mientras tanto, Petra, atormentada por la culpa, se derrumba poco a poco. Su traición la persigue en cada rincón del palacio. Pía y Samuel, movidos por la compasión, tratan de apoyarla, sin saber aún el alcance de su error. La tensión se eleva hasta que una noche, incapaz de soportarlo más, Petra escucha a escondidas una conversación entre Leocadia y Jacobo. Lo que oye la deja sin aliento: Leocadia habla del “éxito” de su plan y de un nuevo compromiso que fortalecerá su poder. Solo entonces Petra comprende que ha sido usada, manipulada como un peón desechable.
Su arrepentimiento la empuja a buscar a María Fernández, quien también arrastra su propio secreto. Entre lágrimas, Petra confiesa todo. María la convence de hacer lo correcto: contar la verdad. Juntas acuden a Pía, que se convierte en su aliada y decide enfrentarse al monstruo que ha dominado La Promesa durante demasiado tiempo.
La escena del enfrentamiento final es tan tensa como inolvidable. Durante la cena, con toda la familia reunida, Adriano se levanta y expone sus hallazgos. Habla de la tinta, de las incoherencias, de las sombras que envuelven la historia de la carta. Curro, testigo silencioso de los manejos de Leocadia, se une a la acusación y revela que la vio conspirando con Petra. Leocadia intenta reírse de las acusaciones, pero su seguridad se tambalea cuando Petra entra en el salón, temblando, y confiesa todo frente a todos.

El silencio que sigue es sepulcral. Jacobo, devastado, comprende su error. La carta era falsa, su amor fue destruido por la manipulación y su orgullo. Martina, con la voz quebrada pero digna, acepta sus disculpas, aunque deja claro que nada podrá reparar el daño. “Se acabó”, le dice con calma. “Y tal vez sea lo mejor.”
El marqués, testigo del desastre, toma una decisión irrevocable: destierra a Leocadia a sus habitaciones, despojándola de toda autoridad. Su caída es tan rápida como cruel. Por primera vez, la mujer que parecía invencible pierde el control.
Tras la tormenta, el amanecer llega con un aire nuevo. Petra, aunque marcada por la vergüenza, es perdonada. Pía intercede por ella, argumentando que su confesión final fue un acto de valentía. Cristóbal, a regañadientes, acepta darle otra oportunidad. María Fernández, inspirada por esa redención, confiesa su propio secreto y recibe el apoyo de Pía y la marquesa, que la protegen con comprensión.
En el ala del servicio, Lope inicia su sueño: su libro de recetas se convierte en un proyecto real, con el respaldo del marqués. Enora regresa, buscando redención, y Manuel, tras mucho dolor, acepta darle otra oportunidad. Ángela y Beltrán, liberados del control de Leocadia, comienzan a conocerse sin presiones, aprendiendo a quererse con libertad.
Y Martina, finalmente libre del peso de un amor que la asfixiaba, pasea por el jardín donde una vez lloró. A su lado camina Adriano, quien nunca dejó de creer en ella. Sus miradas se cruzan y, en silencio, se prometen un futuro nuevo. Entre las rosas, la oscuridad del pasado se disuelve.
El episodio termina con una sensación de justicia y esperanza. La venganza de Leocadia, que parecía perfecta, se convierte en su perdición. La verdad triunfa, las máscaras caen, y La Promesa renace con nuevos comienzos.
Porque incluso entre las sombras más